Una hoja y un lápiz bastan. El dibujo es la más sencilla de las disciplinas del arte, aquella por la que empiezan los chicos y a la que siempre vuelven los artistas. Para muchos de ellos, es la base, la compañía más cercana para el resto de la vida. Los creadores reunidos por la Academia Nacional de Bellas Artes para el consagratorio Premio Trabucco, en el Museo Sívori, dan muestras de la buena salud de esta vía de expresión y también de sus límites y posibilidades. ¿Qué significa el dibujo para el arte contemporáneo?
«Hay lenguajes distintos. Algunos de una abstracción morfológica de la línea, el punto y texturas que buscan una geografía del plano y el espacio. Otros son más conceptuales, recurren al texto y a la cita. Y también los hay más expresivos», analiza José Alberto Marchi, presidente de la Fundación Trabucco. Marchi es académico y ganó el año pasado el primer premio del Salón Manuel Belgrano con un dibujo en grafito de gran tamaño. «Creo que el dibujo es el primer contacto de aproximación con el mundo. Por eso, entendemos dibujo como cualquier grafismo que refiere a plasmar una idea. En el arte contemporáneo hay una exploración del dibujo hacia otros espacios. Es interesante cómo algo que tiene que ver con la línea rompe con el pensamiento lineal», observa.

La obra ganadora: Miriam Peralta obtuvo el primer premio con la serie Una vuelta por el universo, en tinta de plata y línea perforada sobre papel
Con variedad de recursos y técnicas, participan de la exposición Marcelo Boullosa, Adriana Bustos, Tomás Espina, Cynthia Kampelmacher, Lux Lindner, Miguel Melcon, Omar Panosetti, Miriam Peralta, Félix Eleazar Rodríguez y Daniel Santoro. Los fines de semana, a las 17, se irán rotando entre ellos para recibir a los visitantes en el museo vecino del Rosedal.
«Descubrí el dibujo casi coreográfico de un barrilete en el cielo, la cola surfeando el aire dibujaba cuando yo movía el hilo-línea extendida desde mi mano. Quise eso para mi vida. Tendría entonces entre 5 o 6 años», dice Peralta, ganadora del primer premio y autora de obras de una delicadeza arrobadora, hechas con tinta de plata, que se ve según les dé la luz, y pequeñas perforaciones sobre el papel, que quiebra y sujeta con imanes. «El dibujo es mi alfabeto visual. Lo que pienso, veo, imagino o deseo se proyecta, se dibuja. Es la estructura visual más austera y despojada. Está lejos de ornamentos grandilocuentes», dice la autora de Una vuelta por el universo. La obra, luego de un año, será donada por la Academia a un museo apropiado que esté interesado y en condiciones de recibirla. «No queremos que vaya a un depósito», resalta Marchi.
Bustos, que mereció una mención, piensa que la disciplina está en plena vigencia. «Desde hace unos años, el dibujo ha recuperado potencia entre los otros lenguajes. Tanto el dibujo como la pintura habían sido prejuiciosamente considerados lenguajes ‘no tan contemporáneos'», recuerda. En su obra, pasó de la fotografía y el video documental al dibujo para poder relatar historias ya no desde el tiempo lineal, cronológico y objetivo, sino desde una dimensión subjetiva y política -ya lo dijo Marchi: poner en líneas lo no lineal-. En la serie «Constelaciones», reúne imágenes propias y ajenas en grupos que hablan de violencias, odios y resistencias. «El dibujo es una técnica arcaica que como tal nos embarca en estados meditativos, primarios, infantiles y filogenéticos, de allí que es mi modo para comprender las imágenes del mundo», explica.

Menciones especiales: Testa IV, acuarela, grafito y tinta sobre papel, de Omar Panosetti, interesado en las nuevas formas de expresar el dibujo
Lindner, otro participante, se inventó para sí una definición, porque a veces oficia de jurado: se considerará dibujo una obra en la que el principal impulso significativo es transportado por la interacción del valor y la línea predominando sobre el eventual uso del color. «La ventaja de esta definición es que puede incluir objetos e instalaciones, incluso proyecciones. Se me ocurre que atravesamos desde hace tiempo una pandemia de instalaciones realizadas con materiales de volquete que sería más llevadera si sus autores pudieran autocurarlas un poquitín en tanto dibujos tridimensionales», recomienda.
La instalación es «el otro amor» de Kampelmacher y su dibujo tiene algo de eso: Aproximación alquímica incluye tinta, grafito, lápiz color, esmalte, vidrio y papel vegetal rasgado y calado, madera… todo tiende a salirse del marco y hay que acercarse mucho para detectar la maraña selvática que retrata. «El arte es un estado de inadecuación con el mundo. Graficar es una manera de percibir el mundo. El dibujo, un modo de estar en él», dice. «El papel ha demostrado ser tan noble como cualquier otro material y hoy seguimos apreciando obras milenarias en ese soporte. Es lo que más me interesa del soporte, una apariencia de fragilidad que en realidad aporta una gran resistencia. Siempre estoy explorando técnicas, procedimientos, materiales o soportes, algo desconocido para descifrar o aprender», analiza.
De bases y letras chicas
Otros premios, como el del Salón Nacional, se encuentran en pleno debate y reformulación de bases por cuestiones de género y disciplinas, entre otros temas. No es este el caso. En el Trabucco fueron invitados siete artistas varones y tres mujeres, aunque fueron dos las ganadoras. «La convocatoria fue hecha en octubre del año pasado, pero a partir de ahora en la Academia decidimos que habrá paridad de género en todas las actividades», dice Matilde Marín, académica, artista y una de las diez integrantes del jurado. «La división por disciplinas hoy me sigue resultando arcaica en el marco de las producciones contemporáneas, donde todo convive», señala Kampelmacher. En eso, el Trabucco no discrimina y siempre es igual para todas las disciplinas. Es premio adquisición, la obra se dona a un museo y el artista recibe $130.000. En otros certámenes, como el Manuel Belgrano, se sigue premiando con menos dinero al dibujo: $30.000 versos los $100.000 que se pagan a pintura y escultura.

Hollín y crayón: Tomás Espina dibuja sobre revistas y papeles afectados por hongos y fuego
El dibujo, sin embargo, goza hoy de popularidad y amplio espectro. «Es donde expreso ideas, sentimientos y obsesiones. Me interesan el arte contemporáneo y las formas nuevas de expresar el dibujo», dice Panosetti, otra de las menciones, que trabajó con acuarela, grafito y tinta. Espina también explora maridajes, y dibuja con hollín sobre revistas y papeles afectados por hongos y fuego. «Soy dibujante antes que artista. Es un espacio intermedio, atemporal, fuera de la noción de obra terminada», cuenta. Espina valora el trabajo desde el accidente, en todas las variantes: «Me gusta el dibujo emocional, distraído… los dibujos que se hacen mientras hablás por teléfono. La pintura me resulta algo extraterrestre; el dibujo es un cable a Tierra».
Premio Alberto J. Trabucco Dibujo 2018
Artistas: Marcelo Boullosa, Adriana Bustos, Tomás Espina, Cynthia Kampelmacher (foto), Lux Lindner, Miguel Melcon, Omar Panosetti, Miriam Peralta, Félix Eleazar Rodríguez y Daniel Santoro
Publicado en La NAción, 2-10-18. Link: https://www.lanacion.com.ar/cultura/hacia-donde-va-dibujo-ka-expresion-gana-nid2177482
Categorías:Artistas
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