Mario Gurfein vive hace 33 años en París, pero regularmente expone en Buenos Aires. Ahora presenta una muestra en la galería Daniel Maman (Av del Libertador 2475), llamada Enigma, en la que presenta óleos de ciudades misteriosas y caminos, y acuarelas de mujeres.

–¿Cuál es el enigma?

–Yo creo que la pintura en general, cuando tiene cierta vigencia, un atractivo en particular, presenta un enigma, una interrogación, algo que puede inquietar o atraer, pero es siempre algo que uno no puede terminar de entender.

–¿El gran tema es la luz?

–El enigma es la luz. El ojo siempre está atraído por la luz. El misterio de la pintura es el misterio de la luz, que es una ilusión física. Vemos el color a través de la luz.

–¿Qué son estas ciudades misteriosas?

–Son misteriosas. Ni París ni Buenos Aires ni otras tantas que conozco, sino el misterio que representan para mí las ciudades, lo mismo que los caminos. Yo no pienso mucho, no pinto desde una idea preconcebida. Empiezo a pintar y aparecen imágenes y a veces me identifico con ellas, me doy cuenta de que forman parte de mi mundo familiar y entonces insisto y trato de que después se conviertan en un cuadro.

–En las acuarelas aparecen figuras humanas

–Son Venus. Mujeres, un misterio extremadamente atractivo, que por eso pinto en acuarela. Es una técnica muy delicada, cada una es como pasar un examen, porque se trabaja sobre un papel que es algodón prensado, que mojo y trabajo muy rápido para buscar la forma de que un color se mezcle o no con otro. Dibujo con una espátula sugiriendo alguna forma. En este caso, mujeres. Hice más de 20.

–¿Es alguna en especial?

–Todas las mujeres me inspiran. El mundo de la mujer me fascina, me encanta, me atrae.

Publicada en La Nación Revista, en noviembre de 2010.

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