Todo comenzó en París en 2013, cuando el entonces secretario de Cultura de la Nación Jorge Coscia visitó la muestra Cuadro de Escena (Tableau de scène), en Maison de l’Amérique latine, donde se exhibía el trabajo de Plate como escenógrafo. Era una selección de sus más de 120 maquetas y decorados para ópera, teatro y danza, realizados para los teatros líricos más importantes del mundo, incluido el Colón. Plate ha colaborado con productores como Claude Régy, Marcel Maréchal, Pierre Constant y otros. En 1968, cuando llegó a París junto con Alfredo Arias y el grupo TSE, fue sensación y desde entonces sigue activo. «En los 70, reinábamos. Triunfamos en París», dice sin eufemismos. Coscia quedó tan impactado que lo invitó a exponer en el museo mayor de la Avenida del Libertador 1473.
Primero se anunció para octubre pasado. Después, para noviembre. Luego se repartieron invitaciones para el 22 de diciembre. Finalmente, las obras llegaron a principios de este mes y se anunció la apertura para hoy. La muestra ya está colgada.
«No sabían quién iba a firmar el cheque del transporte. Todo cambió cuando asumió Duprat, que enseguida encaminó todo», reconoce Plate. La empresa transportista china era barata, pero lo hizo temer por sus trabajos, que llegaron en tiempo récord por lento. «La demora fue a mi favor. Duprat ha hecho un prólogo [al catálogo] muy lindo», añade.
Aunque vivió más años en el exterior que en la Argentina, Plate toma mate y escucha tango en la radio. Desde la vuelta a la democracia, visita el país cada año. Se fue abruptamente en 1968, después de que una instalación fue el puntapié inicial para el cierre del Instituto Di Tella, tras la muestra Experiencias 68.
Su obra Baño Público parecía ser eso, pero dentro de las clásicas puertas para hombre y mujer se abría un espacio unificado, sólo con paredes en blanco. En plena dictadura,Baño Público, como todos los baños, se llenó de inscripciones anónimas furiosas y por eso fue clausurada. Como protesta, los demás artistas de la muestra destruyeron sus obras en la calle. Después vinieron el exilio y el fin de una época. Los baños están ahora recordados en el MNBA, con sus fajas y candados, rodeados de fotos y documentación para conocer su historia. «En eso, me ayudó el archivo de la Universidad Di Tella», admite.
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La muestra, curada por Raúl Santana y titulada Buenos Aires-París-Buenos Aires, incluye otra instalación de aquellos años conceptuales: los ascensores con apariencia de normalidad que nunca paran donde se los llama. El espectador los encontrará fuera de la sala, caerá en la trampa de esperarlos… y será visto desde la sala en una pantalla. La obra completa un circuito de grandes piezas de los 60 reeditadas, como La Menesunda,de Minujín en el Museo de Arte Moderno, y el huevo gigante de Peralta Ramos, Nosotros afuera, en el Malba (más sobre este tema en Tiempos de revival).
Pero después, el tema es la pintura. Todos los lienzos de Plate reflejan la vida en su atelier, otorgado de por vida por la ville de París hace 30 años. Ahí pinta de pie con pinceles como escobillas, como estilan los escenógrafos. En sus cuadros de gran tamaño, en óleo o acrílico, se ven los tachos de pintura, pinceles, paletas, manchas y al propio artista en acción, a veces como una silueta a contraluz sobre el bastidor y otras veces sólo una mano.
«Lo que quiero pintar es a la pintura misma», plantea. En uno de los últimos trabajos, una postal de vernissage, se distinguen críticos y colegas, y un perrito de utilería que integró una pieza de Copi y se repite en tres dimensiones. Hay también una instalación de los 90, Reflejos: un gran charco de agua sucia, de ese gris pardo que queda después de lavar un pincel. Emerge uno gigante que pinta el lienzo del techo, donde se adivinan las pisadas del autor. «Estamos del otro lado del espejo de Alicia», da una pista Plate. Alrededor, pequeños cuadros retratan la pintura tal como sale del pomo. La materia es el tema. Al fondo, en una sala se proyectan entrevistas y documentos sobre el artista y, al costado, hay una sala con retratos eróticos.
Plate no se queda quieto. En la Cinemateca Francesa se lo ve en su faceta de actor, con un papel en la película El cielo del centauro, de Hugo Santiago. Y en Marsella estrena, en marzo próximo, una escenografía para la ópera de Mozart Così fan tutte. Como artista, integra una muestra en la Casa Argentina de París, con el grupo El Colectivo, junto a Antonio Seguí, Julio Le Parc y otros. Y todos los días pinta varios lienzos a la vez: «Elegir 100 telas de las 800 que tengo en el taller fue difícil. La pintura es lo que me gusta hacer».
Sobre esta muestra, entrevista con Duprat: https://mariapaulazacharias.com/2016/01/12/duprat-nuevo-director-nueva-forma-de-exponer/
Publicada en La Nación, Cultura, 12/1/16. Link: http://www.lanacion.com.ar/1861380-un-viaje-en-100-obras-entre-paris-y-buenos-aires
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