Cantante, actor, coreógrafo y bailarín, Carlos Casella tiene muchos talentos, y los despliega en Estás que te pelas, espectáculo en el que desgrana canciones de amor y desamor junto a Griselda Siciliani. Las canta, actúa y baila. Iban a estar sólo ocho funciones en el Teatro Maipo, pero se van a quedar tres meses. Casella, uno de los fundadores del grupo El descueve, intérprete y creador de espectáculos memorables (Babooshka o El Tigre, de Arias, en París), últimamente resuena como cantor del hit de la tira Farsantes y de la banda de sonido de la película Muerte en Buenos Aires, donde interpreta a un cantante seductor, ochentoso y glam. Tiene un CD muy recomendable: Canciones de mujer, donde le pone su dramática, profunda, almodovariana voz de hombre a temas de Rocío Durcal, Rita Pavone y Libertad Lamarque.

A las canciones les ponés el alma y el cuerpo.

Transité muchos años en el escenario como bailarín, tengo siempre una mirada de coreógrafo y para mí -que no vengo de la danza clásica-, bailar siempre estuvo más ligado a la actuación, a encarnar un rol. Cantar, sí, es lo que en este momento más me identifica, pero incluye muchas cosas: como intérprete de canciones de otros ya hay un giro teatral. Y siempre involucro el cuerpo: aunque esté quieto es una decisión. También tiene que ver con las canciones que versiono, temas olvidados muchas veces, que no tienen nada que ver conmigo y los hago muy propios… Ese empieza a ser mi sello.

¿Cómo sos para vestirte?

Hiperclásico. Suéter escote en v, remera, un jeans, zapatos con suela., cosas que podrían ser de cualquier época. La moda, igual, me gusta mucho. Siempre la observo, pero no la consumo. Me gustaría vivir con un uniforme, cambiando los colores nada más. Me gustan mucho las prendas clásicas masculinas, las camisetas debajo de las camisas, los gemelos., y cada vez que puedo me compro una camisa buena. Siempre trabajé en mis espectáculos con la moda. Hice tres con vestuario de Pablo Ramírez, otros con Martín Churba, Jessica Trosman… Me encanta trabajar con gente que tiene su propia mirada sobre la ropa. En Estás que te pelas, el vestuario es de El Camarín, todo muy ceñido y con lentejuelas.

¿Qué es lo prohibido en el escenario?

No estar conectado con la situación. Tenés que conectar, con el material y con el público. Cuando se da esa conexión, el espectáculo es distinto y muy enriquecedor.

¿Qué te tatuarías?

Creo que toda mi vida voy a vivir con el proyecto de hacerme un tatuaje. No tengo ninguno, pero creo que ya no me lo voy a hacer. Tengo 46 años. Me gustan las frases., o me tatuaría un animal, escorpión o cabra, mis signos. Pero no.

Todos te miran, dice otro de tus hits. ¿Y a vos qué te pasa?

Es linda la mirada del otro. Es como un dulce que lo comerías todo el tiempo, cuando la cosa funciona. Cuando no, es horrible que te miren. Es horrible el disimulo ante la mirada del público. Pero todo puede ser usado a favor.

No sé si fumás, pero, ¿qué esperás?

Ya no fumo. Justo ahora se están dando cosas muy lindas que siempre esperé. Estoy disfrutando lo que está pasando. Espero no desbocarme.

Con tanto bolero, ¿tu vida es ordenada o vas de drama en drama?

Internamente pienso que mi vida es desordenada. Pero me parece que es una sensación, y mi vida es bastante ordenada. Tengo parejas muy largas, pero nunca espero que las cosas perduren, no hago nada para sostenerlas. No me hago mucho drama. Exorcizo todo en las canciones.

Por María Paula Zacharias  |  LA NACION Revista 31-8-14