Bienalsur: de hornos de pan en San Juan a fantasías plebeyas en un palacio porteño

Si al principio un exgobernador temía que llenaran de migas la casa del prócer, los nubarrones por la instalación de un horno de pan en la casa natal de Domingo Faustino Sarmiento en San Juan a estas alturas prácticamente se disiparon. Hoy la Bienalsur llega con un programa “generoso” a la provincia cuyana, que pone en foco la costumbre de compartir y encontrarse.

Dados gigantes, carpas para reuniones –con protocolos y cuidados– y cinco hornos humeantes son partes de esta puesta 2021 del evento global en la que participan alrededor de 400 artistas y se celebra en más de 50 ciudades del mundo. Esta tercera edición recibe el título de “bienal de la resiliencia y la resistencia”.

“Estamos haciendo el montaje a control remoto desde hace tres meses”, dice Florencia Battiti desde el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, coordinadora de la pata sanjuanina, que está integrada por diez artistas internacionales y tiene curadores belgas, pero ninguno pudo viajar. Monitorean la puesta a distancia, estilo pandemia.

La muestra pone otro tema en el foco, que no es el Covid, sino la generosidad, que atraviesa las piezas. “En el mundo en que vivimos hoy el dar es un gesto contracultural porque va en contra de la lógica que lo domina”, observa Battiti. Entre las piezas más relacionales está la del belga Gert Robijns, Reset Mobile, una especie de paracaídas o carpa que se despliega y transforma el espacio en un lugar de unión de personas. Y de las más impactantes es la del japonés Yutaka Sone, Double Six Tres Maria’s, por la que se arrojarán dos dados de 2×2 metros desde el techo del museo. En tiempos en que la planificación se volvió una quimera, Sone recuerda la dimensión azarosa de la vida. “Cuando se enteró de que el museo fue antes un casino estuvo encantado”, dice Battiti.

Instalación de Víctor Grippo, "La comida del artista (Puerta amplia- Mesa estrecha)", 1991
Instalación de Víctor Grippo, «La comida del artista (Puerta amplia- Mesa estrecha)», 1991Oliver Santana – Cortesía de Alexander and Bonin, Nueva York

Integran la muestra Give and Give, que traducido sería Dar y Dar. Recuerda al hit de Fito Páez (”Dar es dar”), pero se inspira en la obra del japonés On Kawara, fallecido en 2014. “Él decía que si todos diéramos algo sin esperar nada a cambio, nadie necesitaría nada”, resume Battiti. Es autor de una larguísima serie de pinturas de fechas, Today, que es exhibida en aulas de jardines de infantes alrededor del mundo sin intermediación alguna. Fotos de esas intervención es llamadas Pure Consciousness se ven en el museo de San Juan. “Es difícil, pero estamos tratando de traer pinturas de Nueva York para hacer la experiencia en una escuela local de ponerlas en convivencia con chicos”, dice Battiti.

“Double Six Tres Maria’s”, de Yutaka Sone: el artista japonés arrojará dos dados de 200 x 200 centímetros cada uno desde el techo del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson
“Double Six Tres Maria’s”, de Yutaka Sone: el artista japonés arrojará dos dados de 200 x 200 centímetros cada uno desde el techo del Museo de Bellas Artes Franklin RawsonBienalsur

Sobre la experiencia de la gratuidad, cuando el dar es genuino y no espera nada a cambio, habla la pieza del argentino Leandro Katz, Un amor por 3 o 4 naranjas. El corto transcurre en la esquina porteña de Riobamba y Santa Fe, donde Pichirica Sánchez, alias “El Pichi”, aparecía todas las tardes para saludar vestido con trajes hechos por él mismo. Su performance era gratuita, y no permitía que le dejen dinero. Repartía alegría.

En la muestra "Give and Give, fotografías de "El Pichi", de Leandro Katz, van a estar expuestas junto con el corto "Un amor por 3 o 4 naranjas", 2015
En la muestra «Give and Give, fotografías de «El Pichi», de Leandro Katz, van a estar expuestas junto con el corto «Un amor por 3 o 4 naranjas», 2015Bienalsur

En cambio, una polémica se despertó días atrás en relación con la recreación de la famosa performance de Víctor Grippo Un horno para dos mesas, que se presenta en el Museo y Biblioteca Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento, una de las tres instalaciones del artista reconstruidas ahí con curaduría de Carlos Godoy. Un horno de pan está recién construido en el patio del histórico solar, cerca de los telares de doña Paula Albarracín y las pinturas de Procesa del Carmen Sarmiento, la menor de los 14 hermanos de Domingo Faustino.

“Sentí una sorpresa no grata al respecto”, tuiteó el diputado nacional y exgobernador José Luis Gioja, cuando vio la foto. Algo así sintieron los policías que en 1972 destruyeron la pieza original, que duró sólo unos días. Grippo construyó un horno en la plaza Roberto Arlt en Buenos Aires, junto al artista Jorge Gamarra y el trabajador rural A. Rossi, donde hornearon pan que después distribuyeron de forma gratuita a casi cinco mil personas.

Hoy el contexto es otro, y pronto las dudas de más de un tradicionalista fueron disipadas por Diana Wechsler, directora de la bienal junto con Aníbal Jozami, que aseguró que nada de lo que se está haciendo es permanente ni representa una acción irreversible en términos materiales. “Nos interesa trabajar de manera situada, atendiendo a las demandas de las comunidades, pensando con el patrimonio, no como un monumento cristalizado e inamovible sino como un dispositivo de memoria colectiva que activa sentidos diversos. La casa de Sarmiento tiene una cantidad de imaginarios que la habitan, desde la complejidad de prócer hasta la figura de su madre, más su cualidad doméstica y de ser la única casa que sobrevivió al terremoto de 1944. Nos interesa sacarla del relato escolar e interpelarla desde el presente. La recreación de la obra estético-política y comunitaria de Grippo de 1972 nos pareció significativa, además de la presencia de comunidades artesanas que fueron mapeadas en pandemia”, explica. “Esta es la primera vez, bajo la dirección de Valeria González, que pudimos acceder a la casa natal de Sarmiento y al espacio público de la ciudad para sede de Bienalsur”, señala.

Registro de la performance "Horno popular para hacer pan", Víctor Grippo plaza Roberto Art, 1972. Ahora, "Un horno para dos" se instalará en el Museo y Biblioteca Casa Natal Sarmiento, en San Juan
Registro de la performance «Horno popular para hacer pan», Víctor Grippo plaza Roberto Art, 1972. Ahora, «Un horno para dos» se instalará en el Museo y Biblioteca Casa Natal Sarmiento, en San JuanBienalsur

La obra de Grippo, padre del conceptualismo argentino, tiene ecos muy actuales: propone pensar la alimentación en épocas de crisis y el rol de la humanidad frente a la naturaleza. Ya fue homenajeada varias veces con los hornos de barro comunitarios que suele hacer el artista Gabriel Chaile (ahora prepara uno que se activará en Lisboa). Puertas adentro de la casa se ven dos instalaciones icónicas servidas a la mesa: Naturalizar el hombre, humanizar la naturaleza (1977) y La comida del artista (1991). El homenaje se expande en cinco hornos dispuestos en distintas partes de San Juan, como parte de la activación del argentino-tailandés Rirkirt Tiravanija, donde artesanos panaderos hornearán pan y lo compartirán. Ya se sabe, desde hace 2000 años, lo revolucionario que puede ser ese gesto.

Participan también el colombiano Oscar Murillo, la polaca Aneta Bartos, la estadounidense Lydia Lunch y el angolano Nástio Mosquito. La curaduría es de Charlotte Crevits y Tommy Simoens. En el auditorio del museo tendrá lugar el Programa de video Bienalsur, con curaduría de Battiti y Violeta Böhmer y la participación de Rodrigo Etem (Argentina), Louise Botkay (Brasil), Vivian Castro (Chile), Felipe Lozano (Colombia), Víctor Arroyo (Canadá/México) y Erdem Colak (Turquía).

Still del video de Oscar Murillo, "Collective conscience" (2021), que participa de la muestra colectiva internacional "Give and Give", en el Museo Franklin Rawson
Still del video de Oscar Murillo, «Collective conscience» (2021), que participa de la muestra colectiva internacional «Give and Give», en el Museo Franklin RawsonBienalsur

Con obras relacionales y situadas continuará el desembarco, que tiene mucho que aportar. Por ejemplo, llevar al museo la cultura material de las pequeñas comunidades andinas que viven de la cría de cabras. El artista Charly Herrera se prepara para un viaje a su encuentro, para compartir y conocer sus vivencias y recibir materiales para construir Ingrávido, la escultura que los hará visibles en el museo mayor de la ciudad. “Voy hacer una recolección de materiales como huesos, pieles, piedras y ramas, en mis visitas a esos poblados de La Majadita y daré una charla en la bienal contando esta primera etapa de investigación. Después, con eso haré una instalación aérea que colgará del techo del museo, en marzo próximo. La obra se irá modificando con los vínculos que establezca con la gente y el paisaje, y lo que encuentre en el camino. Es un descubrimiento”. De eso se trata: ir al encuentro, dar, mostrar, celebrar.

Publicado en La Nación, 20 de agosto de 2021.

https://www.lanacion.com.ar/cultura/dar-y-dar-hornos-de-pan-humeante-para-alimentar-el-arte-de-la-generosidad-nid20082021/

“Fantasías plebeyas” se apoderan de un palacio de Buenos Aires

Túneles, pisos de polvo de ladrillo, doradas herramientas de jardinero y otros elementos transforman las clásicas salas del Palacio Errázuriz; es un nuevo desembarco de la “indisciplinada” Bienalsur

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María Paula ZacharíasPARA LA NACION

27 de agosto de 2021

Algo raro sucede en el Museo Nacional de Arte Decorativo. Apenas se cruza su pórtico palaciego aparece un raro túnel, inquietante y rústico. Adentro, entre el mobiliario de estilo de la antecámara aparecen herramientas de albañil o jardinero de oro reluciente. Una sala se tiñó de azul y tiene piso de polvo de ladrillo, como una cancha de tenis. Y otra es inexplicable: la suma de todos los estilos de piso a techo, habitada por personajes extraños que a veces cobran vida.

Lo parece, pero el Palacio Errázuriz Alvear no está embrujado, sino que ha sido insuflado con arte contemporáneo mediante instalaciones que lo sacan de eje. Fantasías Plebeyas, como se llama la muestra, inaugura hoy y se proyecta en un espacio con imaginario propio.

Los maniquíes de ropajes orientales, chancletas de goma, ligas y miriñaques cobran vida los domingos, a las 16, en performances a cargo de egresados del Taller de Danza del Teatro San Martín
Los maniquíes de ropajes orientales, chancletas de goma, ligas y miriñaques cobran vida los domingos, a las 16, en performances a cargo de egresados del Taller de Danza del Teatro San MartínFabian Marelli – LA NACION

¿Cómo sostener una valoración de este patrimonio que pueda abrir lugar a otros deseos y miradas? Esa pregunta moviliza la curaduría de Leandro Martínez Depietri. “Nos corremos de la nostalgia por la Belle Époque. La idea fue pensar cómo imprimir nuevas fantasías y deseos sobre este edificio, que es un lujo de museo público. ¿Qué imaginaciones damos, que no sean pensarse como la familia que vivió acá solo 18 años?”, señala. Bienalsur, plataforma a la que pertenece la exposición, sigue soplando aire fresco en las instituciones que toca.

La transformación del Palacio Errázuriz va in crescendo y comienza una vez que se atraviesan las rejas altísimas que lo separan de Avenida Del Libertador. Se abre como un portal a otra dimensión la pieza de Luciana Lamothe, que invita a transitar por un tubo rojo que la artista tejió en maderas quebradas como si fuera un trabajo de cestería a gran escala. Toda actitud principesca queda evaporada en ese trayecto. Se trata de Repetición x Quiebre, que se recorta contra la sobriedad de la piedra París y la solidez del edificio.

Serigrafías de partes de un porche del noruego Emil Finnerud, en las salas del subsuelo del museo, donde la pintura azul de paredes y techo tuvo un efecto inesperado
Serigrafías de partes de un porche del noruego Emil Finnerud, en las salas del subsuelo del museo, donde la pintura azul de paredes y techo tuvo un efecto inesperadoFabian Marelli – LA NACION

“Me gustaba generar una propuesta disruptiva con la arquitectura neoclásica francesa, por el tipo de construcción, el color y los materiales. El curador llamó a mi pieza como una especie de intrusa en el lugar, a mí me gusta pensar que en todo caso la arquitectura neoclásica francesa también es intrusa en este contexto”, señala Lamothe. La pieza se construye desde la paradoja de un sistema hecho con el material quebrado pero que de todos modos se sostiene. “Es un sistema que fui desarrollando a partir de construir con el material roto desde el inicio. Funciona desde sus propios quiebres. Trabajé con la idea de pliegues y estructuras rizomáticas, no hay columnas, ni verticales u horizontales en la construcción, todo es un tejido y cada quiebre es como una exacerbación de los pliegues”, explica.

Gabriel Baggio construyó en 2017 con sus manos y unas pocas herramientas una casa de adobe en medio de la llanura pampeana. La réplica a escala real de su martillo, balde, rastrillo, pala, guantes, espátula y pico en cerámica esmaltada con lustre de oro se presentan en el hall de entrada. Relucen en pedestales de joyería, rodeando una ninfa de mármol, entre los retratos de Josefina de Alvear de Errázuriz y Cornelia Ortúzar de Errázuriz pintados por Sorolla, que se destacan en los paneles altos de la boiserie.

La primera muestra de Bienalsur 2021 en la ciudad, toma los salones del Museo Nacional de Arte Decorativo con la exposición "Fantasías Plebeyas", con curaduría de Leandro Martínez Depietri
La primera muestra de Bienalsur 2021 en la ciudad, toma los salones del Museo Nacional de Arte Decorativo con la exposición «Fantasías Plebeyas», con curaduría de Leandro Martínez DepietriFabian Marelli – LA NACION

La obra de Baggio se llama La pampa se ve desde adentro. “Es alucinante ver esta obra en un palacio de una oligarquía que se forjó a costa de usufructuar la fuerza de producción de los trabajadores del campo para construir una ficción, un canon europeo fuera de época –analiza el artista–. Sin ser disruptivo, porque uno tiene contradicciones como admirar los oficios en esas construcciones: marquetería y cerámicas con lustres como uso yo. Generar esa tensión es algo que la obra tiene per se, pero el arte situado le da vitalidad al contexto”.

En el subsuelo hay dos salas intervenidas. La primera es una cancha de tenis surrealista, donde en vez de red hay una chimenea donde se exhibe un par de raros velocímetros y la silla del árbitro es un sillón de estilo. Es la obra del noruego Emil Finnerud, que incluye serigrafías, esculturas en yeso, bronce y madera, impresiones 3D y partes de un Porsche 911 siniestrado. La pintura azul de paredes y techo tuvo un inesperado efecto colateral: hizo visible un tondo de Raúl Soldi que antes pasaba inadvertido en el techo. La instalación se llama Death Drive y significa tanto una carrera automovilística mortal como pulsión de muerte en los términos freudianos.

Instalación de "Naive Decorators", la obra de Mehryl Levisse
Instalación de «Naive Decorators», la obra de Mehryl LevisseFabian Marelli – LA NACION

La apoteosis de esta transformación está en el segundo subsuelo, donde se ve la obra de Mehryl Levisse, que reparte su tiempo entre Francia y Marruecos. Toma el eclecticismo del palacio, que cuenta con salones diseñados según estilos diferentes dentro de la historia del arte, y los mezcla llevando la hibridación al extremo del pastiche y el kitsch. Un patchwork que va del estilo pompeyano al rococó, pasando por los manuscritos iluminados del Medioevo y las máscaras del carnaval veneciano. Los maniquíes de ropajes orientales, chancletas de goma, ligas y miriñaques cobran vida los domingos, a las 16, en performances a cargo de egresados del Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín.

“Estas fantasías son parte de esta indisciplina de Bienalsur, este saltarse los límites”, señala Diana Wechsler, directora artística de la plataforma. La semana pasada tuvo una inauguración múltiple en la provincia de San Juan, que también fue provocadora al instalar hornos de pan en la casa natal de Sarmiento. Se suman a las más de 50 ciudades en el mundo, 124 sedes y 23 países que forman parte de esta tercera edición, llamada “bienal de arte de la resistencia y la resiliencia en tiempo de pandemia”. Comenzó en julio y seguirá hasta diciembre. En estos días hay inauguraciones en Málaga y en Canarias, y mañana abre Calle, de Alejandra Fenochio, con curaduría de Adriana Lestido y Carlos Herrera en Munar, La Boca.

“Así como en San Juan estábamos reponiendo una dimensión doméstica y popular y una trama comunitaria que se diluyó en el relato cristalizado de la historia, acá también estamos poniendo en tensión la narrativa de la alta burguesía. Hay cuestiones recurrentes en Bienalsur como la historia del arte y de las visualidades, y nos interesa desde el arte contemporáneo arrojar luz sobre otras realidades”, agrega Wechsler. Fantasías plebeyas puede visitarse de martes a domingos, de 13 a 19 horas, hasta el 24 de octubre, con reserva previa desde la web del museo.María Paula Zacharías

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