Nuevo libro: Maestro Cafiso.

India Ediciones presenta en noviembre de 2020 el primer libro de su colección Artes&Oficios, con el lanzamiento del título Maestro Cafiso, de mi autoría.

Sinopsis:

El nuevo libro de María Paula Zacharías cuenta la historia de un artista que no sabe que lo es. Un hombre de Mataderos que siempre se ganó la vida como soldador y que en la vejez descubre que puede crear esculturas, y eso le cambia la vida. El encuentro con el arte se da en él de manera apasionada y meticulosa: crea réplicas a gran escala de íconos de la ingeniería como la Torre Eiffel o el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda. De París a La Boca, investiga, cambia planos de escala y se obsesiona con lograr la perfección.  Mientras alquila sus piezas como atracciones para casamientos, descubre el arte contemporáneo cuando conoce a Daniela Trajtenberg y Agustín Valle, dos artistas que quieren aprender a soldar para terminar una obra que madura a lo largo de los años. En la vida de Cafiso hay automovilismo, billar, tango y un romance contrariado, que lleva varias décadas de desencuentros y felicidades. ¿Quién olvida al primer amor?, se lee en estas páginas. En este relato de no ficción, los protagonistas y la autora van ensayando respuestas en torno a otro gran misterio: qué es el arte. Propone Zacharías en un pasaje del libro: «Me quedo con mi natural respeto a la destreza técnica, los hombres sencillos, los sueños concretados, las pequeñas epopeyas privadas, el culto al oficio, la trayectoria comprobable y la autoinscripcrión en el campo del arte. Me quedo con la democratización del arte que abraza a quien quiera colarse en sus filas: un artista para cada espectador, una obra para cada gusto». 

Ficha técnica:

Título: Maestro Cafiso  

Autor: Zacharías, María Paula

Sello: India Ediciones

Páginas: 56

Tamaño: 15 x 21

ISBN: ISBN 978-987-86-6840-6 

Precio: $800.-

Disponible en las tiendas del  Museo Nacional de Bellas Artes, Malba, Fundación Proa y Museo Quinquela Martín, entre otros. Y online con envío a todo el país en la tienda https://mariapaulazacharias.mercadoshops.com.ar/

Booktrailer:

Infobae publicó el primer capítulo en adelanto. Pueden leerlo acá y más abajo en este post.

El fuego sale naranja como un chorro de luz del soplete. Cuando Cafiso abre la llave de paso del segundo tanque, el del oxígeno, el haz se vuelve azulado. Lo acerca a las dos chapitas que piensa unir, junto con un alambre que incorpora con cuidado. En pocos segundos todo el metal se vuelve líquido. Rojo y borboteante como un minúsculo volcán en erupción, se revuelve en olas de lava, un pequeño milagro que ocurre en esta cocina. Cuando la mano del maestro se aleja con esa mezcla de acetileno y el aire que respiramos ardiendo en la punta de la boquilla, ya no hay dos placas sino que se han fundido en una, cocidas como si fueran de barro. Donde ocurrió esta alquimia, se va extinguiendo un círculo rojizo. En segundos se vuelve negro, bruñido, más oscuro que el resto del material. Otra vez, en estado sólido. Me explicará luego que esto no es distinto del amor. Pero después de escuchar su historia, pienso que el amor a veces puede ser mucho más complejo que dos cuerpos vueltos uno, encendidos a igual temperatura.

 –Piba, esto no es una casa. Es un taller. Acá no hay mujer. Las mujeres, en la milonga. 

Carlos Cafiso empuja la puerta de rejas de su casa en Mataderos e invita a pasar a un patio silvestre, con ese desaliño del conurbano y el caos de una casa sin patrona: ropa tendida en cualquier lugar y plantas mustias. Una bandera argentina cuelga de un mástil algo marchita, polvorienta como los arreglos florales plásticos que se ven dentro de la habitación. El paisaje: una mesa con mantel de hule, unas sillas desparejas y de caño, almanaques y adornos de cotillón, la televisión encendida y sin volumen. Se completa con los dos tubos de gas y el soplete que son el centro de su vida. 

Cafiso es un hombre sencillo que tiene varias pasiones. Un amor desencontrado. Una casa en la que vive solo y que no es una casa sino un taller. Un oficio que comenzó a dominar en la infancia y que llevó a la categoría de arte. Es un maestro desconocido en un arte ignorado: la soldadura. Escribo su historia porque quiero responderme una pregunta: ¿qué es ser artista? Y porque me encantan las historias de amor. 

Mataderos es un barrio de compadritos de ayer y talleres mecánicos de hoy. El nombre le quedó de cuando en este extremo oeste de la ciudad de Buenos Aires se hacía la faena del ganado que llegaba de provincias, desde 1900: era el punto exacto donde se encontraban el campo y la ciudad, surcado por un arroyo teñido siempre por el color de la sangre. Ya no hay matanzas en Mataderos, sino un Museo Criollo de los Corrales y una feria tradicional donde se bailan danzas típicas, se venden artesanías y se comen los mejores choripanes. Los domingos es un reducto gauchesco, con guitarreadas y doma de potros. La vida cotidiana, en cambio, transcurre entre tránsito pesado y casas bajas y añejas. En la misma cuadra se venden lechones y se arreglan autos desvencijados. Calles anchas de árboles ralos, perros sueltos, silencio de siesta. En la mañana en que llego por primera vez hasta ahí desde la otra punta de la ciudad, el sol ilumina certero y suave, porque es otoño y reconforta. El sol le hace bien a Mataderos.

En esta entrevista con Mercedes Ezquiaga en Canal IP cuento de qué se trata esta historia:

Reseña de Daniel Gigena en Página 12, 31 de diciembre de 2020: https://www.pagina12.com.ar/314072-miles-de-mundos-posibles

Maestro Cafiso, de María Paula Zacharías (India Ediciones)

Un perfil de Carlos Cafiso, un artesano soldador y “quintaesencia de la porteñidad” que trabajó en autos ganadores del Turismo Carretera, tuvo una orquesta de tango y reprodujo en pequeña escala la Torre Eiffel, se vuelve de pronto una disquisición sobre los motivos del arte, la experiencia del amor y los frutos que, tarde o temprano, brinda la perseverancia. “Llegué a Cafiso a través de Daniela Trajtenberg, una artista contemporánea que lo conoció cuando buscaba un maestro de soldadura para las esculturas que estaba desarrollando –cuenta Zacharías-. Cuando ella me contó de este personaje me pareció extraordinario: un hombre simple, que toda la vida se dedicó a soldar y a enseñar, con pasiones como la milonga, el billar y el automovilismo, con un amor contrariado, autor de una obra singular y preciosa. No pude más que escribir cuando por fin lo conocí”. En el retrato se filtran vivencias de la autora, periodista especializada en arte contemporáneo.

Entrevista de Mercedes Ezquiaga para Agencia Télam:

https://www.telam.com.ar/notas/202012/540225-la-historia-de-un-artista-que-no-sabe-que-lo-es-en-maestro-cafiso.html

En su nuevo libro, «Maestro Cafiso», la periodista María Paula Zacharías narra la historia real de un soldador de Mataderos que a los 80 años descubre que puede hacer impresionantes esculturas -réplicas a gran escala de íconos de la ingeniería como la Torre Eiffel o el Puente Nicolás Avellaneda-, un artista que no sabe que lo es.

Cafiso es un personaje tan anónimo como esencial de la ciudad de Buenos Aires, un jubilado de 80 años que pasa sus días en el barrio de Mataderos, «un maestro desconocido de un arte ignorado: la soldadura», cuyo oficio lo llevó a trabajar en su juventud en los autos del Turismo Carretera.

«Lo que más me atrapó de este personaje fue su sencillez, su humildad y esa pasión por crear que no está contaminada por especulaciones de la carrera del artista profesional, algo genuino en su trabajo además de cierta ingenuidad y la maestría técnica», cuenta la autora en una entrevista con Télam.

La historia transcurre, según relata el libro, en «un barrio de compadritos de ayer y talleres mecánicos de hoy. El nombre le quedó de cuando en ese extremo de la ciudad de Buenos Aires se hacía la faena del ganado que llegaba de provincias» aunque «ya no hay matanzas en Mataderos sino un Museo Criollo de los Corrales y una feria tradicional donde se bailan danzas típicas, se venden artesanías y se comen los mejores choripanes».

La periodista se zambulle en la casa taller del artista y lo muestra realizando fundiciones con el soplete, una alquimia que Zacharías equipara con «un minúsculo volcán en erupción» y que el propio Cafiso compara con algo «que no es distinto del amor».

El libro es también «un homenaje a todos los artistas que trabajan en su casa, en soledad, con esa pasión por crear en estado puro, sin especulaciones», cuenta Zacharías sobre el volumen publicado por India Ediciones, encuadernado a mano, cosido y estampado en su portada.

Télam: ¿Cómo llegaste a la historia de Carlos Cafiso? ¿Cómo lo conociste?
María Paula Zacharías: La historia de Cafiso me llegó a través de la artista Daniela Trajtenberg, que desde 1989 trabaja en pintura, el teatro, el cine y la fotografía. Como gestora fue fundadora de Espacio Ecléctico. Es una artista súper formada en Nueva York, Londres y Oxford, y es tremendamente sensible. Cuando comenzó a hacer escultura buscó un maestro que le enseñara a soldar, porque necesitaba hacer grandes estructuras geométricas en metal. Buscó al mejor, y todos le señalaban a Cafiso. A la primera clase, Cafiso llegó vestido de traje y con zapatos de baile, porque después se iba derecho a una milonga. La soldadura para él es como respirar, lo hace desde que es muy chico, con tal maestría que no usa mascarilla. Le enseñó a soldar a Daniela, pero también le fue contando su vida y resultó apasionante. Ella tuvo la idea de este libro y yo, deseosa de escribir su historia, que tiene mil aristas.

T: ¿Cómo definirías las obras que él realiza?
MPZ: Cafiso es un artista conceptual sin marco teórico, que se impone reglas obsesivas y exigentes para su obra y la desarrolla con su propia y virtuosa mano. Construye réplicas de íconos como la Torre Eiffel o el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda con un nivel de detalle increíble, buscando planos, tomando medidas, sumando luces y movimiento. Todo lo hace en metal, soldando, porque ese es su arte. Es un escultor.

T: Decís que Cafiso, a sus 80 años, es un artista sin saber que lo es. ¿Por qué?
MPZ: Él comienza a preguntarse si lo suyo es arte. Empieza ver que aquello que se hace sin más fin que el placer que le da hacerlo, por pasión, por necesidad… es arte. Se da cuenta de que ese trabajo minucioso y sin fin práctico o comercial que realiza es lo que le da felicidad y tímidamente se pregunta si puede llamarse arte. Y entonces creo que tiene razón. Como digo en el libro, «me quedo con mi natural respeto a la destreza técnica, los hombres sencillos, los sueños concretados, las pequeñas epopeyas privadas, el culto al oficio, la trayectoria comprobable y la autoinscripcion en el campo del arte. Me quedo con la democratización del arte que abraza a quien quiera colarse en sus filas: un artista para cada espectador, una obra para cada gusto. No suscribo la idea de que existen seres iluminados con ojos biónicos, capaces de detectar las cualidades intrínsecas de un buen arte».

T: ¿Qué fue lo que más te atrapó de la historia de vida de este personaje?
MPZ: Su sencillez, su humildad, esa pasión por crear que no está contaminada por especulaciones de la carrera del artista profesional, algo genuino en su trabajo además de cierta ingenuidad y la maestría técnica. Y esa cosa un poco absurda que tienen las pasiones: ¿por qué un jubilado de Mataderos querría dedicar sus últimos años de vida a hacer una réplica de la Torre Eiffel? Bueno, creo que eso es el arte.

T: En el libro relatás también algunas de las pasiones de Cafiso, como la milonga, el automovilismo o el billar. Estos hobbies te permitieron también contar «una historia de Buenos Aires»?
MPZ: Claro que la historia es completa porque tiene todos estos condimentos. Cafiso fue chapista en la era dorada del Turismo Carretera, milonguero y maestro de billar. Con su historia me pasea por rincones de la ciudad, me revive mis propias historias, o me hace buscar otras olvidadas que me dan ganas de contar. Y está también su historia de amor, que es otro eje, ese romance que tiene seis décadas con su primera novia, pero que nunca pudieron vivir plenamente. Hoy son novios otra vez, pero jamás vivieron bajo el mismo techo. Es un culebrón hermoso. Este libro me permitió por primera vez centrarme en una historia mínima, pero profunda, y reivindicar a los artistas anónimos, esos que trabajan en sus talleres toda la vida pero que no les interesa mostrar o vender su trabajo. Es no ficción, pero el tono del relato es parecido al de la novela, y me permití ser yo misma un personaje. La primera persona es algo que hasta ahora me tenía vedado.

El libro «Maestro Cafiso» se consigue en las librerías de espacios culturales como Fundación Proa, Malba, el Museo Quinquela Martín y el Museo Nacional de Bellas Artes.

Columna de Constanza Bertolini en La Nación, 2 de enero de 2020.

https://www.lanacion.com.ar/opinion/maestro-cafiso-80-nace-artista-nid2558020

Una historia sencilla no es fácil de encontrar ni de contar. Sin llevar el asunto al límite de la literalidad ni de establecer comparaciones imposibles con la vara de David Lynch -que hace más de 20 años filmó Una historia sencilla sobre un anciano que viaja en tractor de Iowa a Wisconsin para ver a su hermano-, la de Carlos Cafiso, de 80 años, transcurre en los confines porteños de Mataderos y hace méritos en el rubro.
Entre los vahos del tango y los fierros resulta que este hombre, soldador de oficio y por linaje, tiene dos grandes tesoros: un soplete y un amor. Y ese patrimonio alcanza para que María Paula Zacharías lo retrate y se cuestione si estamos frente a una revelación para el mundo del arte.
«Escribo su historia porque quiero responderme una pregunta: ¿qué es ser artista?», confiesa la periodista en el arranque de Maestro Cafiso, un volumen precioso de India Ediciones, que deja ver desde el calado de la tapa una de las obsesiones de este trabajador empecinado: el Puente Transbordador de La Boca. Su otra fascinación, que también replicó en su taller, está más lejos: la Torre Eiffel.

Entrevista de Juan Novak en el diario El Litoral de Santa Fe:

Reseña de Ana Martínez Quijano en Ambito Financiero: https://www.ambito.com/espectaculos/arte/carlos-cafiso-el-soldador-que-se-revelo-artista-n5162111

Hace 20 años los libros dedicados al arte se contaban con los dedos de una mano. Sin embargo, a pesar de los vaivenes financieros, el panorama cambió: el ritmo de las publicaciones se aceleró y, hoy, críticos y artistas circulan con sus libros bajo el brazo. India Ediciones acaba de publicar, en la colección Artes & Oficios, un libro-objeto con la tapa calada y sus páginas cosidas a mano. “Maestro Cafiso”, de María Paula Zacharías, escapa al rigor del análisis crítico de los libros de artista para contar una historia de vida. Carlos Cafiso es un eximio soldador, maestro de una Escuela Técnica y protagonista de una historia que atraviesa el mundo de las carreras automovilísticas, la milonga y el tango; el billar, la mujer que quiere como a nadie en su vida, y el apego al trabajo y el estudio, la mejor herencia de sus padres adoptivos.

Cafiso es un personaje real. Vive en Mataderos y a lo largo de una trayectoria variada y vital responde la pregunta que formula Zacharías: “¿Qué es ser artista?” El interrogante abre paso a las dudas del lector y del propio Cafiso acerca del estatus que gozan determinadas “obras de arte” y las cualidades que determinan esta condición.

La “obra” es una maqueta de la Torre Eiffel, una réplica perfecta en hierro que, radiante y desmesurada brilla en medio del taller del soldador. ¿Puede un artista intuitivo y sensible percibir que el virtuosismo del oficio puede pasar a ser un elemento más entre la variedad de requisitos que determinan la creación de una obra de arte?

El atractivo del relato se basa en el encuentro del maestro soldador con dos artistas embarcados en la realización de una obra y seguros de su posición en el entramado del arte. Cafiso los ayuda a realizar su obra. Así descubre qué es eso que llamamos arte, cómo se manifiesta y cuán cercana ha sido siempre su relación con él. Su obra, la Torre Eiffel, adquiere otra jerarquía. Y Zacharías describe la transición. Mirada con otros ojos, la Torre deja de ser una maqueta a perfecta escala, un objeto meramente decorativo que se alquila para casamientos y festejos. Aspira a ser algo más. Y lo mismo ocurre con la maqueta del Puente Nicolás Avellaneda, esa joya de La Boca que atraviesa el Riachuelo.

Cafiso no ha visto la Torre en vivo, pero quiere exhibir estos dos trabajos ante el público, sentir cómo los recibe la gente. Como un artista genuino, quiere completar el ciclo de la producción con la circulación de la obra. Acaso simplificando el misterio del arte, Zacharías reconoce, al igual que Tom Wolfe en “La palabra pintada”, la falta del soporte teórico. Pero compara a Cafiso con Pablo Siquier y sostiene: “Me quedo con mi natural respeto a la destreza técnica, los hombres sencillos, los sueños concretados, las pequeñas epopeyas privadas, el culto al oficio, la trayectoria comprobable y la autoinscripción en el campo del arte. Me quedo con la democratización del arte que abraza a quien quiera colarse en sus filas: un artista para cada espectador, una obra para cada gusto”.

Entrevista con Carmen Padilla en el Diario El Norte, de la ciudad de San Nicolás: https://diarioelnorte.com.ar/nota?id_noticia=9752

En Página 12, gran adelanto publicado por Fabián Lebenglick!!! https://www.pagina12.com.ar/325341-cruce-entre-la-tecnica-el-oficio-y-el-arte

Hermoso texto de Cecilia Medina sobre mi libro #MaestroCafiso y el recuerdo que su lectura le trajo de su abuelo carpintero Ramón Pastoriza. Muy tierna historia y agudas reflexiones sobre el mercado del arte! Se lee acá: http://www.ramona.org.ar/node/70631

Comentario de Maestro Cafiso por el siempre genial Demian Orosz en LaVoz.com.ar Se lee acá: https://m.lavoz.com.ar/…/nuestro-comentario-de-maestro…

A los 80 años, en el barrio porteño de Mataderos, en un taller iluminado de manera intermitente por el fuego de una soldadora alógena, un veterano domador de metales se pregunta si lo suyo podría ser arte. ¿Qué le haría falta, para ganarse esa etiqueta, a sus piezas?

Entre sus creaciones se destacan minuciosas reproducciones a escala de famosas moles de hierro como la Torre Eiffel o el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda, que cruza el Riachuelo a la altura de La Boca. Son el fruto de un conocimiento cultivado al detalle, una pasión entrenada en décadas de labor y una ejecución técnica perfecta. ¿Qué más se puede pedir? ¿Dónde se compra el boleto para hacer el trayecto desde un oficio como la soldadura hacia una práctica con credenciales de gran arte como la escultura?

Esas preguntas están alojadas como polizones en el viaje que propone Maestro Cafiso, el nuevo libro de María Paula Zacharías. La periodista especializada en arte del diario La Nación es autora también del libro Guillermo Roux en sus propias palabras y de otros dos títulos publicados por India Ediciones, Entrevista con el arte y Estado del arte.

Su hambre de historias se materializa ahora con un libro que mima el reportaje, con testimonios de primera mano, y lo lleva al rango de relato de no ficción para contar la vida y la pulsión creadora de un artista que no sabe nombrarse como tal.

Carlos Cafiso tiene vida de sobra para ser un personaje novelesco. Aprendió a soldar de chico, apenas terminada la primaria, entrenado por su padre adoptivo, quien se lo llevó a los 5 años de un convento donde se criaba a niños huérfanos. Trabajó con los fierros en talleres de autos durante la edad de oro del Turismo Carretera, previo paso por Jabón Federal, Fabricaciones Militares y el dictado de cursos en la represa hidroeléctrica El Chocón. Se jubiló como docente.

Ninguno de estos datos son frecuentes en el currículum de un artista. Sin embargo, a la pregunta sobre el arte que entra y sale del relato, Zacharías se anima a responderle: Cafiso es un artista conceptual sin marco teórico, sin especulaciones, sin discurso que lo consagre o lo inscriba.

Otras pasiones de Cafiso son la milonga y la perseverancia en una historia de amor que parece sacada de un cuento. Sobre el amor, el maestro soldador dice que es como su oficio: unir cosas, hacer que se queden juntas.

En términos materiales, Maestro Cafiso también le rinde un homenaje a la factura artesanal en la delicada edición encuadernada a mano, cosida, con un calado en tapa que permite ver el mastodonte de fierros inútiles que vuelan sobres las aguas sucias del Riachuelo… (sigue).

Crítica de Rodolfo Edwards en Perfil:



Categorías:Libros

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