Una rara amistad une a Guillermo y a Pedro. Se entienden por miradas, risas, pequeños gestos. Hay entre ellos afecto evidente, una alegría que se renueva en cada encuentro y un entendimiento que va más allá de las palabras. Los separan casi noventa años de vida.Guillermo siempre lo repite: lo conoce antes de la panza, desde la primera enunciación de mi deseo. Sabe de él desde cuando era una idea fuerte, un pensamiento reiterado y postergado, un anhelo tan rotundo que ya era antes de ser.
Lo dije más de una vez: hasta que no terminásemos nuestro libro -Guillermo Roux en sus propias palabras- no podría dedicarme a otra crianza. Demoramos cuatro años. El último lo cursé embarazada: ya nos sabía en la recta final. Entregué el texto a la editorial con varios meses de gestación. El parto de la historia de la vida del pintor fue el más trabajoso. Al final, firmé el contrato de publicación con Pedro, de pocos días de vida, a upa.
Mientras maduraba la historia, Roux lo miraba crecer en mis entrañas con ese ojo experto de dibujante capaz de distinguir los más sutiles detalles.Lo sintió después en la palma de su mano, a través de mi piel, cuando palpó su pie y recibió alguna patada. Cuando finalmente lo sostuvo en brazos por primera vez, ya se conocían. Siempre estuvo eso.
Guillermo se enorgullece de ser su primer amigo. Pedro algún día presumirá de ser el amigo más joven de Roux. Tiene retratos firmados por este artista ilustre y un hermoso ramo de hibiscus hecho especialmente para él con una dedicatoria: «Para mi amigo Pedro, en el día en que nació».La última tarde que pasaron juntos, cuando brindamos por las Fiestas, se entretuvieron en juegos de chocar cabezas, escondidas y risas inexplicables.
Los extremos se atraen. Cada uno en una punta de la vida y, sin embargo, tanto en común. Cuerpos que caminan lento, de a pasitos trémulos, cautelosos. El sueño siempre al acecho, reclamando siestas reiteradas. Comen las mismas galletitas y sopas de fideos pequeños. Llevados en andas cuesta no ver similitudes, cuando en algún paseo compartido uno va en cochecito y el otro en silla de ruedas. Pedro está aprendiendo a caminar y Guillermo, de alguna manera, también. Cuando el bebé se agarró del andador con el que Guillermo se ayuda para estar de pie, estalló la risa. Adoran esta coincidencia. Quizá los une la necesidad de ser cuidados.
Franca, la mujer del pintor, ya cumplió los 90, y se conecta con Pedro desde otro lugar. Así, vuelve a ser madre de varón y recuerda los juegos con su propio hijo. Revive sensaciones físicas: ese sonambulismo de meses de mal-dormir y en su propio pecho siente la bendición de manar leche. Acaricia los piecitos regordetes. Se deshace en ternura.
Pero con Guillermo la relación es más de pares, salvando las distancias de tiempo, la sabiduría y el espacio. Comparten la fragilidad, pero también la maravilla: se deslumbran por las cosas sencillas. Pedro enloquece con un gato y sus misterios. Todo en sus manos se vuelve juguete. Cuando Guillermo empuña la birome, también: todo merece ser redescubierto a través del dibujo (así han salido de sus manos miles de seres y objetos que encuentra y recrea, y que últimamente se le da por volcar en cuadernos).Pedro se ríe cuando el viento le da en la cara. Guillermo se conmueve con la brisa que mueve las hojas de un árbol, con una nube que pasa, con el olor que trae el aire de verano, cargado de azahares y jazmines. Milagros como esos reverencia cada día.
Pedro duerme plácido, con una paz de otro mundo. Quizá todavía recuerde de dónde venimos, ese entorno acuático, tibio, seguro. Y tal vez también sepa dónde estuvo antes de ser conmigo un cuerpo con dos corazones. Recién nacido miraba un sector del techo y reía, y gorgojeaba. Yo sentía -algo inquieta- que no estábamos solos. Guillermo se lo pregunta cada mañana, cuando agradece por haber abierto una vez más los ojos. ¿A dónde vamos? En la mirada del bebé, en su serenidad, en sus sonrisas, intuye una respuesta.
Publicado en La Nación, Manuscritos, 5/1/19. Link: https://www.lanacion.com.ar/2208088-el-encuentro-de-dos-buenos-amigos-en-los-extremos-de-la-vida
Categorías:Manuscritos
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