En estos calurosos días de verano, entrar en un museo fresco y silencioso, con arte que transporta a otras dimensiones, supone siempre un buen plan. Pero si además adentro espera un viaje en el tiempo al corazón de Brasil a través de cuadros y esculturas, la experiencia es más que oportuna. En Malba, Antropofagia y Modernidad es –como reza el hashtag– #brasilenmalba.

Anna Vasco – Vista da praia de Copacabana 1905 (18x27cm)
La playa de Copacabana da la bienvenida, pintada en acuarelas por Ana da Cunha Vasco en 1905. Las olas se agitan en el mar de pinceladas matéricas de Anita Malfatti. Es posible sumergirse en la selva amazónica a través de la gran tela de John Graz, flora y fauna bien representadas: remite a las pinturas de Henri Rousseau tanto como a la saga animada Río. Los mulatos de Emiliano de Cavalcanti contagian ritmo, dan ganas de bailar. Y el Brasil profundo y brillante de sol estalla en las pinturas de Tarsila do Amaral, como en su pintura Morro da Favela: casitas de colores, palmeras, figuras macizas y plantas ondulantes. El barroco colonial de Mina Gerais está retratado por Alberto da Veiga Guignard en dos grandes pinturas que parecen aguadas chinas. De la paleta de Cândido Portinari sale la escena de un partido de fútbol infantil: la tierra es roja y los jugadores, niños descalzos.
La muestra ofrece un panorama amplio del arte brasileño a través de 150 piezas de la Colección Fadel, una de las más importantes de Brasil, elegidas entre las 3000 que la componen por Victoria Giraudo. “Dicen que es la colección que el estado brasileño nunca logró armar. No hay en ningún museo una colección tan amplia, que abarca desde el barroco colonial hasta hoy. El recorte que hicimos tiene que ver con el recorte inicial de la Colección Costantini, que se convirtió en este museo. La Colección Fadel sigue siendo privada, pero tiene un comodato con el Museo de Arte de Río por el que 200 obras que van cambiando se exhiben en sus salas”, explica la curadora, que es además coordinadora de curaduría de Malba.
El recorrido se centra en la modernidad, de 1900 a 1960, y se organiza en cuatro núcleos. En el primero, narra el modernismo originario hasta 1930, con artistas como João Batista Castagneto, Eliseu Visconti y Belmiro de Almeida. Continúa con la búsqueda de las raíces autóctonas e inmigratorias, a través de obras de Vicente do Rego Monteiro, Anita Malfatti, Tarsila do Amaral, Lasar Segall, Cícero Dias, Cândido Portinari, Di Cavalcanti, John Graz, Ismael Nery, Oswaldo Goeldi, Antônio Gomide y esculturas de espíritu nativista de Victor Brecheret y Maria Martins. Luego, la modernización internacional y la abstracción concreta de la década de 1950 representados por creadores como Waldemar Cordeiro, Lothar Charoux, Anatol Wladislaw, Lygia Pape, Hélio Oiticica y Lygia Clark; y la ruptura de lo moderno, con Mira Schendel, Sérgio Camargo, Waltercio Caldas y Wanda Pimentel, entre otros.

John Graz
Hay artistas que se repiten en la muestra del primer piso, Verboamérica, que es un recorrido por el arte latinoamericano a través del acervo del museo –que tiene obras de varios brasileños, como Segall, do Amaral, Alfredo Volpi, Beatriz Milhazes, Adriana Varejão y Claudia Andujar–. Funciona de contexto ampliado para este panorama brasileño que ocupa el segundo piso. Hay varias esculturas de Maria Martins de seres fantásticos que hablan de amores contrariados; es la autora de Impossible, esa pieza emblemática de la Colección Costantini que recuerda el legendario romance entre la artista y Marcel Duchamp. También, hay más bichos de Lygia Clark, esas esculturas móviles, y en una serie de obras está la evolución de sus investigaciones formales.
En la tensión entre lo propio y las tendencias de afuera, Brasil forja en estos años su identidad. “Es un relato posible, cronológico, y la premisa es que sea una exposición fácil, para todo público. La modernidad es un proceso que ocurre en las ciudades –Río, San Pablo, Bahía–, que están en relación con el contexto internacional. Pero a la vez entra en conflicto con el concepto de antropofagia: tomar lo de afuera, deglutirlo y transformarlo en algo nuevo. Brasil pese a ser un país tan grande, con tantos climas y migraciones, no es un país cerrado en sí mismo, sino que se mantuvo permeable, sin descuidar lo autóctono, sus raíces”, explica Giraudo.
Vicente do Rego Monteiro, por ejemplo, pinta en París en 1920 como los cubistas, pero sus motivos se inspiran en la cerámica marajoara que descubre en los museos antropológicos del Viejo Mundo. Más adelante, Rubem Valentim pinta composiciones constructivistas, pero sus figuras salen del candomblé. “Los brasileños logran un arte bien de ellos. Esta obra de Kranz Krajcberg, Flores e sombras, es una buena síntesis: sobre un fondo plano rojo al estilo de los minimalistas norteamericanos –pero fuerte, cálido por excelencia, símbolo de lo tropical–, salen unas flores carnívoras como las que pinta do Amaral; esta obra no es otra cosa que brasileña”.
Este mirar hacia adentro tiene consecuencias hasta hoy. Los artistas actuales siguen inspirándose en sus predecesores: la maternidad en círculos que abre la muestra, pintada por de Almeida en 1908, recuerda las pinturas de Milhazes. También impacta en el mercado: “Los Fadel empezaron a comprar en 1968, cuando se casaron. Vieron arte romántico en Europa, y empezaron a buscar para comprar piezas creadas en su país. Los brasileños tienen un coleccionismo fuerte. Y eso hizo que los valores del arte brasileño sean diez veces mayores que los del arte argentino”.
Agenda:
Programa Arte y Pensamiento (en colaboración con la Embajada de Brasil en Buenos Aires. Entrada libre y gratuita).
Recorridos antropófagos: del perspectivismo amerindio al Cinema Novo. Por Florencia Garramuño. Lunes 9 de enero a las 19.
Un modernismo alternativo. Las exhibiciones de Lina Bo Bardi (De Bahía a San Pablo, 1959-85). Por Luz Horne. Jueves 26 de enero a las 19
Flavio de Carvalho. Por Gonzalo Aguilar. Jueves 9 de febrero a las 19.
Modernismo, Cinema Novo y el hambre de descolonización. Por Lilia Lustosa de Oliveira. Jueves 16 de febrero a las 19.
Manifiestos modernistas. Performance sonora por Martín Caamaño. Jueves 23 de febrero a las 19.
Para CHICOS
Espacio de recreación: Tercer tiempo. Domingos 8 y 22 de enero, 5 y 19 de febrero a las 15. Sala Pedagógica, Nivel I. La colección permanente será el punto de partida para esta propuesta. Actividad incluida con el ticket de ingreso al museo, no incluye visita a la sala.
Taller Contra la inspiración. A cargo de Ana Clara Soler. Jueves 26 de enero y 2 de febrero a las 17. Sala pedagógica, Nivel 1. A partir de una selección de obras presentes en la muestra Verboamerica, ejercicios de apropiación a partir del collage, reutilizando materiales y textos preexistentes. Costo: $50.- Con inscripción previa a: sub20@malba.org.ar
Actividad de narración: Me contaron una vez II. Viernes 27 de enero y 3 de febrero; miércoles 1 y 8 de febrero a las 15. Sala Pedagógica, Nivel 1. Propuesta de narración destinada a niños de 3 a 5 años. Nuevamente los niños son invitados a sumergirse en distintos relatos fantásticos, viajando por las salas de la muestra Verboámerica. Actividad gratuita hasta completar el cupo. Sin inscripción previa.
Ping-pong carioca. Lunes 30 de enero, 6 de febrero; jueves 2 y 9 de febrero de 15 a 16.30. Intercambio entre algunos artistas brasileños presentes en las exposiciones Verboamérica y Antropofagia y Modernidad. Arte Brasileño en la Colección Fadel. Dirigida a niños de 4 a 10 años acompañados de un adulto. Punto de encuentro: Hall de entrada. Actividad incluida en la entrada al museo, capacidad limitada a 20 niños.
DATOS: Antropofagia y Modernidad. Arte brasileño en la Colección Fadel. Hasta el 26 de febrero, en sala 5, nivel 2, en Malba.
Publicado en La Nación, 3/1/17. Link: http://www.lanacion.com.ar/1972507-un-viaje-en-el-tiempo-al-corazon-de-brasil-inmejorable-destino-de-verano
Categorías:Muestras, ferias y bienales
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