Alfredo Prior no sólo pinta sobre discos, como se puede ver ahora en su muestra en Vasari. También es músico, y como tal, integra una banda junto con el editor Francisco Garamona y el escritor Sergio Bizzio, entre otros. Nahuel Vecino, otro pintor, puede acompañar a Prior en una muestra de acrílicos sobre lienzo o en el bajo, en una de sus sesiones improvisadas (Vecino supo ser estrella de rock juvenil, cuando integraba la banda A-Tirador Láser, hace ya diez años). Con mayor o menor amateurismo, los artistas plásticos cambian de piel y empuñan los instrumentos. Y un festival los reunirá este sábado, en una maratón de recitales de músicos-artistas en el Teatro Verdi.
“Todas las artes tienden a la música, dijo alguna vez el ensayista inglés Walter Pater. Y la música, a ninguna. La pintura, en cambio, tiende al cuerpo”, desliza Prior. Como el suyo, hay muchos casos. Eduardo Stupía es baterista y percusionista desde fines de los 60. Matías Duville integra bandas y hace presentaciones tanto de temas pop en bares como de música conceptual para museos. Jorge Macchi confiesa que se pasó a la plástica después de ocho años de infructuoso estudio de piano. Entre las obras que ahora se pueden ver en Perspectiva, en Malba, muchas están conformadas por sonidos y melodías: una caja de música accionada por el pasar de autos en un video, pentagramas configurados por textos de noticias o un coro fantasmal que se desvanece en el aire, en colaboración con el músico Edgardo Rudnitsky.
Cuando Adrián Villar Rojas tiene que elegir un retrato suyo, prefiere uno en el que posa delante de un piano de cola. No es concertista sino el creador de instalaciones y esculturas monumentales por todo el mundo. Pero la música es parte de su vida, y a veces de su obra, como la vez que presentó en la Serpentine Gallery de Londres un póster y un show acústico: él, su guitarra, su voz aguda y delicada, y un puñado de canciones sencillas, Songs During the War.
“Yo no divido nada de lo que hago en ningún hábito de mis experiencias. Digamos que todo es vida y la vida es un enorme pantano (o confuso campo de batallas), al menos para mí. Quisiera vivir en grises (vibrando entre todos los grises que encuentre), no así en los extremos de un no o un sí, de la plástica o la música”, reflexiona Villar Rojas. “Como individuos, estamos calibrados o programados sobre una plantilla-estructura tan claramente binaria, y me imagino que no es algo fácil de desactivar. Nacemos y muy pronto entendemos que más tarde o más temprano moriremos; por ende: estamos atrapados entre 1 ó 0, vida o muerte, blanco o negro, sí o no”, dice.
En el Teatro Verdi de la Boca, este sábado desde las 19, subirán al escenario bandas y solistas de raíz arty durante el encuentro titulado Música de artistas. Tocan Rita Rapera, Alma de 9, El Pastiche, Marcelo de la Fuente, Adri Bustos, Domingo en la Embajada, Silvia y los afortunados, la Desesperadas por el ritmo (todas artistas: Ana Gallardo, Adriana Bustos, Marina de Caro Maruka De Lele, Cristina Schiavi, Mónica Millan, Silvana Lacarra, Elba Bairon, Marcela Astorga y Mariana Condori), DJ Mason y DJ Mora. Entre los más reconocidos, están Amadeo Azar y The Black Future, un proyecto visual y musical creado en colaboración con Nicolás Vázquez. Sus temas nacen de la improvisación, y se conectan con imágenes como “música incidental” para piezas de videoarte o “collages visuales de videos de retro futurismo”, como ellos mismos explican. La mirada al pasado es clave en su obra plástica.
También tocará Julián Terán, que ya va por su segundo disco solista… y su vigésimo primera exposición. En su obra priman los dibujos en tinta, y en la música, un fuerte acento folklórico. No deja de ser un artista plástico en el escenario, con su atuendo perfomático y la cara pintada, como se pudo ver en el recital que ofreció en un museo, el Malba.
“Libros y discos, dibujos y una guitarra pequeña, siempre me acompañaron –cuenta Terán, oriundo de Monte–. Cuando me fui a Buenos Aires para estudiar en Bellas Artes, la música fue quedando un poco atrás, hasta un día mágico en el que descubrí que podía hacer canciones. Para ese entonces, ya me sentía artista pero no soñaba con ser músico. Por un largo tiempo creí que arte y música no se cruzaban, pero lo cierto es que van entrelazadas. Mi forma de hacer canciones está siempre atravesada por mi mirada como artista, así como en mis últimas dos muestras, la canción y el universo musical tomaron forma en mis dibujos, a través del ritmo, la repetición y la poética misma”, cuenta. Pronto saldrá su nuevo disco, Trans.
“El interés de los que trabajamos en La Verdi es por todos los lenguajes y los cruces interdisciplinarios”, dice Ana Gallardo, que dirige este espacio que reúne atelieres y organizó el concierto interdisciplinario. “La música nos resulta muy cercana. Muchos de los artistas de La Verdi pasan horas tocando en su taller un instrumento”, cuenta. Participarán con La Verdi´s Band: “Es mucho más que experimental, casi un juego de permisos de artistas que día a día trabajan juntos. Es un mix de estilos, un plan de ensayo, que es lo que siempre nos proponemos: bocetos, borradores, pruebas, intentos. Hacer todo aquello que es posible”.
Compartirán escenario con otro músico experimentado, a la sazón pintor de flores, retratos, monstruos y cíclopes: Juan Becú. “La pintura es la columna vertebral de mi trabajo. La música forma parte de una dinámica cotidiana en mi taller. Paso de una sesión de pintura a agarrar la guitarra y repasar temas, les ajusto las letras, grabo ideas nuevas y después las escucho mientras pinto o cuando ando en bicicleta”, dice. Es integrante desde hace ocho años de la banda 1989, que va por su tercer disco, y pronto inicia su camino solista. “La pintura es lo que más me ordena y a lo que más le dedico tiempo, pero hago música desde los 16 años”, dice. En la muestra individual que prepara para fin de año en la galería Nora Fisch va a combinar todo: la pintura, la música, la performance, el video y el dibujo.
Contra la misoginia habitual del mundo del rock, Fátima Pecci siempre integró bandas sólo de chicas. Antes, Fantásticas pupés y Suripantas, y ahora Las Tenebrosas. “Tanto cuando pinto como cuando toco siento que utilizo los mismos procedimientos, reúno elementos y los articulo en pos de producir una imagen visual o sonora”, cuenta.
El feminismo lo atraviesa todo: las letras de sus canciones, la publicación que edita sobre bandas de chicas XOXO Fanzine o su serie Algún día saldré de aquí, 200 retratos de mujeres secuestradas por redes de trata o víctimas de feminicidios que presenta el 6 de mayo en el CEC de Rosario. Otra pieza, Tomos Coleccionables consistió en un recital en el baño de la galería Pasaje 17, empapelado con tapas de enciclopedias de arte universal. En La Verdi volverá a cantar las canciones de aquella vez: fragmentos de los textos teóricos El hombre sin contenido, de Agamben; Acerca del carácter afirmativo de la cultura, de Marcuse, y La distinción, de Bourdieu, además de unos poemas de Alfonsina Storni musicalizados. “Me gusta mezclar la música con textos que provengan de otros campos”, dice. Cosas de camaleones.
Playlist
Fátima Pecci: http://www.fatimapecci.com.ar/coleccionables.html
Juan Becú y 1989: https://soundcloud.com/juan-becu/sets/1989jerarquia-y-dogma
Julián Terán: https://julianteran.bandcamp.com/
Amadeo Azar: theblackfuture.bandcamp.com
Adrián Villar Rojas: https://vimeo.com/27256763
Publicado en La Nación, Cultura, 15/4/16. Link: http://www.lanacion.com.ar/1889503-musica-para-camaleones-cuando-los-artistas-visuales-deciden-cambiar-de-piel
Categorías:Artistas
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