La Bienal de Performance que termina hoy en Buenos Aires iba a tener un cierre impactante, con la presencia en el país de la artista Tania Bruguera, cubana radicada en Nueva York, con una fuerte carrera internacional en el arte como instrumento de transformación ideológica. Pero no. Bruguera no puede salir de su país, a donde llegó en diciembre pasado para realizar una performance en la Plaza de la Revolución. Después de una serie de encarcelamientos y de haber sido liberada por el clamor internacional que su encierro despertó, Bruguera permanece aislada en todo sentido en La Habana, geográfica y socialmente, y con el pasaporte retenido. Pero no está sola. El equipo de la Bienal mandó un representante que filmó un registro extenso de otra performance que Bruguera realizó en La Habana mientras espera su libertad y una entrevista, y su proyección en Centro de Arte Experimental UNSAM (Sánchez de Bustamante 75) hoy a las 17 dará cierre a estos casi dos meses de performance en la ciudad.
El 30 de diciembre de 2014 comenzaron las persecuciones a Bruguera, cuando se propuso hacer la performance El Susurro de Tatlin #6, un foro abierto en el centro neurálgico de la ciudad: un micrófono y una invitación a disfrutar de “un minuto de discurso libre de censura”, justo cuando se anunciaba el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ya lo había hecho en 2009 en La Habana, y luego el registro fue adquirido por el Guggenheim Museum de Nueva York. Pero el 2009 la acción tuvo lugar en un ámbito cerrado (Centro Wilfredo Lam, un espacio de arte) y Bruguera repartió entre el público 200 cámaras de fotos: funcionaron como protección para los manifestantes. Pero esta vez, en la plaza, además de la clausura, Bruguera y 50 participantes fueron arrestados, y comenzó una constante y disparatada campaña difamatoria en la que se la acusa de “contrarrevolucionaria a sueldo de la CIA”. Pese a los teléfonos pinchados, Bruguera no se queda callada: “Es una situación bastante absurda, porque lo único que estoy tratando es de usar el derecho de libertad de expresión. Trato de no caer en trampas y de seguir el trabajo, junto con un equipo, para que haya una ley que ampare este derecho a manifestarse en público y que se penalice a las personas que son agresivas con quien tiene ideas políticas diferentes. Ahora hay una sobrevaloración del dinero como medio para cambiar la sociedad y yo no creo eso. Que haya más dinero en un lugar no quiere decir que los derechos civiles vayan a cambiar. Hay un argumento que se usa acá en Cuba que es que ahora no es el momento adecuado. En Cuba nunca es el momento adecuado para pedir por estos temas”, dice.
La idea original que había pensado junto con la curadora Andrea Giunta para Buenos Aires era trabajar sobre acciones artísticas contra el Proceso, a través de la investigación de registros de su iconografía. Pero ante la imposibilidad de viajar, se propuso leer, discutir y analizar el libro de Hannah Arendt Los orígenes del totalitarismo. El 20 de mayo pasado, a las 10 de la mañana, la artista se sentó en una vieja mecedora y micrófono en mano empezó la lectura ininterrumpida, durante 100 horas. La performance ocurrió en su casa de la Habana Vieja y fue sumando participantes: se volvió una performance colectiva entre la artista, los participantes que se turnaron para leer y los inverosímiles embates oficiales, como una cuadrilla que se puso a taladrar el piso en la puerta de su casa durante la lectura, y silenció su voz que salía a la calle mediante parlantes. Al final del cuarto día, otra vez fue temporalmente detenida.
Así, con esas sesiones arendtianas, fundó su nuevo proyecto, el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt, que reunirá cuatrolaboratorios dedicados al Arte Útil, el Arte de Conducta, las Artes Aplicadas y la AEST-ética. “Me di cuenta de que en Cuba hace falta una alfabetización cívica”, explica. La idea es que funcione en la práctica, recibir invitados internacionales y armar mesas de trabajo. “Veremos cuánto nos dejan hacer. Lo importante es entender y debatir ese texto, en relación con cosas que pasan en el mundo ahora. Hannah Arendt es una de mis filósofas favoritas y es una persona que trabajó mucho la filosofía en relación con la política. Una persona de una ética intachable. Me siento reflejada: durante el proceso contra Adolf Eichmann en Jerusalén hizo una serie de artículos que le valieron el rechazo de su propia comunidad judía. Fue muy crítica con su realidad. Para empezar el instituto me parecía importante tomar de referencia su ética”, explica.
El discurso en la plaza, su encarcelamiento, la persecución, la maratón de lectura y el instituto pasaron a integrar una obra más grande, que ya lleva cinco meses de work in progress, titulada Yo también exijo. “El Gobierno Cubano es autor de esta obra. No quiero ponerme en víctima, y por eso creo que es importante trabajar por una nueva ley. Hay que convertir lo negativo en positivo. El arte es un instrumento para cambiar la realidad, y tiene que ser parte de estos momentos de transición simbólica y reconfiguración social”, explica.
En estos días se desarrolla en Cuba la Bienal de la Habana, y este foco de atención mundial resguardó en cierta forma a Bruguera. Pero la Bienal de la Habana no sólo la excluyó de su calendario. También le prohibió entrar a sus exhibiciones. “Fue muy doloroso para mí que no me dejaran entrar en el Museo de Bellas Artes, fue una humillación delante de mis compañeros. Mucha falta de respeto. Era anfitriona de dos de los artistas, quería ver sus muestras y la entrada era abierta al público. El problema debe haber sido que había dos senadores norteamericanos en la inauguración y me queda la sospecha de que no querían que hablara con ellos, como me contaron después”, dice Bruguera.
La situación de la artista ha dividido a los 300 artistas de 45 países que participan en la XII edición de la bienal, que se debaten entre el boicot y el apoyo a los artistas locales que supone el encuentro. Bruguera se ha inclinado por esto último. De todas formas, más de 2500 artistas e intelectuales del mundo le han dado su respaldo. En abril, hubo manifestaciones públicas en Nueva York, Dallas, Chicago, San Francisco, Roma y Rotterdam, donde se reescenificó la performance El Susurro de Tatlin: los participantes tenían un minuto para poner en palabras su apoyo a Bruguera y quienes no gozan del derecho a la libre expresión. “Me cuentan los amigos cuanto vienen, y aprecio muchísimo esta solidaridad de intelectuales de izquierda. Esa presión internacional ha hecho que ellos no puedan hacer conmigo lo que quieren”, dice. Otro artista, el graffitero Danilo Maldonado, conocido como El Sexto, sigue tras las rejas, luego de intentar hacer una poco sutil performance con dos cerdos llamados Raúl y Fidel (quería referirse a los personajes porcinos de Rebelión en la Granja, de George Orwell). “La única razón de que siga preso es que no tuvo la visibilidad que tuve yo. Por eso estamos tratando de dársela. Otros artistas cubanos que viven afuera quisieron venir a la Bienal y les negaron la visa, por haber emitido criterios críticos por Internet”, dice.
Ahora Bruguera está en su casa de la Habana Vieja, donde nació en 1968 y vivió más de 20 años. Desde 1997, vive entre Nueva York y París, donde da clases en la Escuela de Artes. Bruguera practica el arte de conducta, performance, instalación y video, y entiende a su trabajo como arte útil. El primero de mayo último, ganó el 21° Premio Anual de las Artes Herb Alpert, que entregan el Herb Alpert Foundation Institute y el prestigioso California Institute of the Arts (CalArts), por su “compromiso con la resistencia a las presiones del mercado a fin de buscar una ética de lo que el arte puede hacer” y por “las formas innovadoras en las que ha reinventado el lenguaje del activismo dentro de la cultura contemporánea”. Pero Bruguera sigue sin poder ir a cobrar los 75.000 dólares del premio. Tampoco pudo participar en la Bienal de Venecia. “Lo importante es que se está dando un debate sobre esto que pasa no sólo en Cuba. El mundo se está volviendo reaccionario”.
Bruguera espera conocer los resultados de su presentación virtual en Buenos Aires: “Es un privilegio poder exhibir esta obra en Argentina, porque sé que tuvo un proceso no igual, porque no se puede comparar –acá no hubo desaparecidos–, pero algo similar en la autocensura y la presión. Argentina es uno de los países latinoamericanos con más nivel intelectual para poder analizar y debatir este texto, y espero recibir las noticias de cómo lo hicieron para yo también enriquecerme. Es interesante cómo podemos aprender todos compartiendo experiencias. Todavía en el mundo contemporáneo todas esas presiones y censuras existen, aun en países supuestamente libres. De eso, no se libra nadie. El poder siempre estará para adquirir más poder y mantenerlo”.
Mientras, sigue peleando: “El Ministerio de Cultura y el del Interior me hicieron una campaña de difamación entre la gente de mi gremio, las escuelas de arte, los curadores. Mucha gente me conoce y entiende que lo que dicen no es cierto, pero el interés de la campaña es que la gente tenga miedo a acercarse, a conversar o colaborar conmigo, por lo que les pueda pasar después a ellos por ser mis amigos. Es una técnica muy vieja aislarte. Estoy batallando por hacer mi historia con mi propia voz y no dejar que ellos construyan una Tania que no existe, que es la que les conviene a ellos”. El arte sirve para cuestionar, poner en duda y hacer nuevas propuestas, piensa Bruguera. “Sirve para cambiar la mentalidad. Es más fácil sentir algo que pensarlo o verbalizarlo. El arte ayuda a procesarlo. Y la performance habla a partir de la conducta humana, las acciones, los gestos, el lenguaje del cuerpo, y eso es algo que todo el mundo comprende. Es una herramienta poderosa”, dice.
Otra forma de comunicarse es por las redes. En Twitter, por la cuenta @yotambienexijo y el hashtag #YoTambienExijo, y en Facebook, http://www.facebook.com/YoTambienExijo. “Son 14.000 personas que están ahí en el espacio dialogando. Lo maneja un equipo, de manera muy responsable”. Bruguera sólo tiene conexión a Internet, si paga 7 dólares la hora en un hotel internacional o si hace colas larguísimas para media hora gratuita. Tiene una casilla de mail en el Ministerio de Cultura: “Me leen todos mis correos. Un día la directora me leyó un párrafo de un correo que yo mandaba para que le aclarase una duda. Todos los teléfonos están agarrados. Pero lo que yo digo lo digo en público y en privado, se lo digo al Estado y a los periodistas. No tengo dos ni tres discursos. Tengo uno solo y se lo digo a todos”.
La vida se hace difícil. Se puede mover físicamente, pero anda como si tuviera una peste: “Me cuido mucho de con quién hablo porque sé que después van a ir atrás a hacerle preguntas. Estoy escribiendo un poco… pero todo es muy raro. Pierdo a veces la noción del tiempo, y no sé en qué fecha estoy. Es como si estuviera presa. No puedo planificar mi vida. No puedo hacer planes a largo plazo”. La mejor manera de ayudar, para quienes visitan Cuba, es hablar: “Muchos han sufrido censura, presiones y amenazas para que no vinieran a verme, y si esas historias se dicen en público se va a entender cómo es el sistema… para ver si cambia. Y que pidan a sus gobiernos que si van a venir a hacer negocios con Cuba, que involucren a lo que le pasa al pueblo”.
“El gobierno me acusa de enriquecerme y me da gracia, porque he perdido miles de dólares de mi trabajo. Tengo mi puesto en la escuela de Paris en el aire. Creo que lo que quieren es ahogarme. Ponerme en jaque en todo sentido: económico, emocional, físico, y el stress de cuando vienen a interrogarme. A veces me pasan cosas tan intensas que me propongo escribir de esto. Y después, es tan doloroso que no puedo, ¡me hace tanto daño! Pero bueno, yo tomé la decisión de hacer una obra y siempre digo que el verdadero arte político crea consecuencias con las que se tienen que lidiar, personales o sociales. En este caso, estoy siendo responsable con las consecuencias de mi obra. Estoy satisfecha con eso. Como artista política, esto es lo que lleva la obra”.
Esta es la versión completa de la nota publicada el 7-6-15 en La Nación Cultura: http://www.lanacion.com.ar/1799603-tania-bruguera-la-performer-que-no-pudo-venir
Categorías:Artistas
Cuando el gobierno, hace bullyng, con una artista. Ya no quedan palabras para excusarlos. Y Danilo Maldonado, tras las rejas es tan ridículo, porque manifiesta la debilidad del gobierno, que no se permite un simple recreo en su transcurrir.
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Reblogueó esto en Luis Alejandro Avendaño Pameláy comentado:
ES ELLA
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