Una mujercita dulce y rubia pinta bestialidades, torturas, desmembramientos… Hay algo muy inquietante en la obra de Julieta Barderi: un envoltorio frágil y delicado para mensajes atroces. Cada obra es un conjunto de microrrelatos. Hay componentes narrativos en las situaciones que se dan a la vez en el espacio algo caótico de sus lienzos. Un tiempo sin tiempo, donde se concretan martirios simultáneos. Cada escena, con sus propios colores, texturas y tratamientos, acumula capas. El conjunto tiene algo de patchwork. “Si, por un lado, existe en ellos un aplanamiento del espacio representado, por el otro hay un engrosamiento de la superficie de representación. Un verdadero palimpsesto de signos pictóricos”, dice Daniel García en el texto del catálogo. Sus esculturitas también sufren. Barderi escarba en el dolor.
Muestra: Aquella bestia era uno mismo, Julieta Barderi en Quadro Arte Contemporaneo (hasta el 9 de mayo, en Av Del Libertador 14354, San Isidro)
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Muy bueno!
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