No pinta con pintura ni graba con buril. Del país, su tierra y su gente, salen los materiales de la obra de Teresa Pereda. Recorre las rutas argentinas desde hace más de 20 años. Va al encuentro de historias, antepasados, costumbres, y entra en relación. Sumerge las manos en las entrañas del país.
-Vos sos una gran amante de nuestra tierra, y del país sale la materia prima para tu obra. Estoy escribiendo sobre los artistas que necesitan vivir en el interior para crear. Quería que me hables de esa necesidad.
-Es muy cierto. Y agrego sale del país y de las personas que me han entregado la tierra de sus casas, junto con sus historias. Al recorrer me desplazo con la certeza de que me sostiene un suelo antiguo, y en esos viajes e itinerarios que voy trazando me relaciono con gente maravillosa,y trabajo con ellos sus historias de vida, las de sus antepasados, sus costumbres, conozco la familia, sus memorias personales, las de su raza, y en algunos casos desarraigos muy dolorosos… ¡bellos encuentros! Quizás al proponerme continuar recorriendo mi país esto sea tan sólo una excusa para conocerlo mejor porque estoy convencida de que sin conocer no podemos querer. En general, mi llegada es esperada con alegría y expectativa. Comencé estas visitas y recorridos en 1996, hace casi 20 años. En muchos casos nació un profundo cariño, algunas veces logro volver a visitarlos y les llevo algún catálogo o papel impreso que contiene parte de ellos, ya que siempre envío los borradores para que los autoricen a ser incluidos, sean palabras, textos, fotografías…
Mi punto de partida es estar alerta, sensible, situada en la vivencia directa, en el territorio inestable del proceso.Las condiciones geográficas y las personas que encuentro me afectan y, a su vez, son afectadas por mi presencia; en consecuencia, sucede el intercambio, la acción. Así, ingresamos juntos a un tiempo y a un espacio simbólico, donde las diversidades se concilian y el encuentro se constituye en metáfora de recuperación social, histórica, cultural.
-¿Cómo es tu relación con el paisaje?
-Cada vez fui más consciente de que me situaba en un nuevo espacio, el del paisaje y el de su gente; allí donde mi propia piel podría extenderse, disolverse. En El libro de las cuatro tierras (1998), digo “…pude escribir sobre el suelo de mi país. Y fui horizonte, cielo. Fui piedra.” Por entonces, mis viajes se habían hecho cada vez más frecuentes, y mi trabajo en el taller fue dando paso a mi trabajo en la naturaleza. En itinerarios programados llegué a diversas zonas rurales de nuestro país primero, de América después. Mi contacto inicial con cada uno de los lugares es caminar. Como forma de enlazar el paisaje con el horizonte, recorro espacios tan abiertos que me oprimen. Su magnitud me devora, pero también me contiene, me sitúa.
Sobre el suelo recibo viento o lluvia, humedad o escarcha… debajo, el calor quieto y un silencio cursado por ríos que no veo con los ojos. Siento el polvo áspero y blancuzco en los dientes. Mastico. A mi paso, gente, gente de antes, gente de ahora. En los encuentros solicito y recibo tierras, y con la ayuda de los lugareños deposito en cada lugar tierra proveniente de otras zonas, que llevo expresamente para ser entregada: recolección-restitución, tal es el ritual.
Cuando el agua calla – Land prints, proceso de inmersión en mallín cordillerano y posterior lavado de papeles. Las obras que se desprenden de esta serie surgen de la inmersión de papeles en la zona de mallines cordilleranos patagónicos (tierras bajas inundables, humedales). Las piezas reposan en el agua por varios días y al cabo de este periodo susceptible a la fijación el papel funciona como soporte material sensible para la impregnación de los minerales y sustancias en suspensión en el agua. Se trata de facilitar un tiempo orgánico. El cual exige la protección y el resguardo de los papeles de los riesgos de la intemperie así como la conservación del hábitat en condiciones constantes. En consecuencia, la regulación del tránsito del agua de la acequia es crucial y hace posible el procedimiento con las materias sólidas y fluidas. Imágenes latentes obtenidas como consecuencia de un conjunto de capas sensibles a la acción del agua, del aire y de los procesos orgánicos.
-¿Cuál es tu lugar en el mundo?
-Desde hace 35 años, vivo en la zona rural de Arenaza, partido de Lincoln, a 370 km de la ciudad de Buenos Aires. Y pasé mi primera infancia en una zona de cordillera, en Primeros Pinos, provincia del Neuquén, a 60 km de Zapala, lugar de trabajo de mi padre. Terminé el secundario y la universidad (Lic en Historia de las Artes en Filosofía y Letras, UBA) en Buenos Aires. Sin lugar a dudas, los kilómetros y las distancias tallaron mi persona y mi propia obra. Y en consecuencia construí mi estética a partir de este nomadismo al que obliga el “estar lejos de”…, lejos de todo, de la panadería, de un teléfono, de internet, de… recuerdo que la aparición del fax fue una revolución. Y la ruta es mi compañera. Siempre digo que mi casa está en el campo, pero estoy donde el trabajo me lleva y me requiera. Intento viajar a semana de por medio, pero hay meses de mucha actividad en que esta modalidad no cierra y viajo mucho más de lo que quisiera. Las alternativas son muchas: usé mucho el tren… luego el micro, las combis zonales y el auto, estoy muy acostumbrada a manejar. Recuerdo que una vez me encontré con un conocido en una estación de servicio y me pregunta: ¿vas o venís? No recuerdo si le pude contestar… lo que sí recuerdo es el impacto que me resultó recibir esa pregunta que efectivamente casi no pude contestar.
«En Diciembre de 2001 la Argentina fue sacudida por una profunda crisis económica, social y política. En su transcurso advertí que en las banquinas de las rutas que habitualmente recorro, aumentaban de manera muy notoria los pequeños santuarios populares que suelen verse a la vera de los caminos de todo el país. Interpreté este proceso como la espontánea consecuencia del incremento de las carencias y los padecimientos que aquejaban a la mayoría. Consciente de que, como nación, estamos ante una dramática incapacidad para establecer soluciones aceptables socialmente y a modo de acompañar este doloroso proceso del que todos los argentinos formamos parte, el 15 de enero de 2002 emprendí un viaje en el que relevé todos los santuarios que hallé a mi paso. Recorrí una distancia de 1518 kilómetros. El itinerario comenzó en Luján, provincia de Buenos Aires, y finalizó en Primeros Pinos, localidad cordillerana de la provincia del Neuquen – Mitikile, abril 2005″.
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