Esas enseñanzas que no se olvidan jamás. Desde una receta que se convirtió en una profesión hasta un optimismo crónico, personajes varios cuentan cómo ellas marcaron su camino (La Nación, 19-10-13).
Antonia Guzmán, pintora (59): “Hay poca gente optimista crónica como mi mami Betty: encuentra atajos donde todos ven problemas. Teje y desteje con agujas y argumentos la trama de su vida y la nuestra. Aprendí de ella a intentar una y otra vez, que cada derrota puede ser solo parte de un aprendizaje. Y, como toda madre de familia italiana especialista en risotto, antes de saludarte pregunta ¿ya comiste hoy?”.
Victoria Verlichak, periodista, crítica de arte, escritora (63): “Mi madre, María Mira, me enseñó el valor del sentido común -muy útil en la experiencia compartida, aunque en diferentes tiempos y por distintas razones, del exilio- y a apreciar las pequeñas cosas de la vida: las primeras flores de primavera, los higos frescos, el pan caliente recién salido del horno”.
Antonio Birabent, actor y cantante (44): “Mi madre me enseñó a hablar inglés escuchando un disco de Bob Dylan que se llama Hard Rain. A la distancia, pasaron treinta y cinco años, es un recuerdo muy lindo y desde ya muy musical”.
Fernando Noy, poeta (63): “Madre me enseñó la solidaridad. Era mi cómplice. Sigue guiándome para siempre desde los sueños y siento que es la gran amiga que jamás perderé. Druida, ya que era hija de irlandeses, me enseñó la belleza de cierta magia y humor para sobrellevar la cuadratura de la vida. ¡Ay, cuánto la tengo siempre a mi lado! En la aparente invisibilidad ella me guía siempre”.
Natu Poblet, lectora, arquitecta, directora de Clásica&Moderna (75): “La enseñanza que mi madre me dejó es la libertad de pensamiento”.
Pepe Eliaschev, periodista y escritor (68): “Mi madre, que hoy tiene 96 años, me enseñó a querer a través de la comida y los embriagantes sabores de su cocina, ese guefilte fisch, esos vareniques gloriosos y esos knisches, que durante años hizo mejor que nadie, y que siempre llevaré en mi paladar”.
Martín Cabrales, empresario (51): “Mi madre me ha enseñado y me enseña con su ejemplo. Admiro de ella su equilibrio, su bondad y su enseñanza permanente de hacer el bien sin mirar a quien”.
María Zunino, diseñadora de interiores, presidente de DARA (50): “Mi madre lo más importante que me enseñó es a sobreponerme con fortaleza, valor y amor a todos los inconvenientes que tenés que enfrentarte en la vida, sean emocionales, de salud o trabajo, y a que la familia es lo más importante y es necesario cuidarla y darle mucho amor todos los días”.
Donato Gabriel Mazzeo, chef (37): “Mi mamá María fue la primera persona en mi vida que, con mucho amor, me introdujo al mundo de la cocina enseñándome de pequeño las clásicas recetas de cocina italiana que aún seguimos compartiendo en familia”.
Marcia Schvartz, artista plástica (59): “Mi madre, Hebe Clementi, historiadora y docente, me trasmitió el amor por el trabajo”.
Analía Maionama directora agencia de modelos Esmeralda (39): “Respetar al otro y hacerse respetar, la perseverancia, ser leal a nuestras convicciones y la palabra compromiso. A mi mamá siempre la escuché… Pero sobre todas las cosas la observé”.
Benito Fernández, diseñador (53): “La buena educación es y será la mejor enseñanza que me dió mi madre. Honestidad, respeto y buenos modales”.
Paloma Herrera, bailarina clásica: “La mejor enseñanza es su amor sin límites, la libertad y el apoyo incondicional… resumiendo, ella es la mejor madre del mundo”.
Padre Toto De Vedia, cura villero: “Mi madre me dio la vida y me enseñó que la vida es para entregarla apasionadamente. Sembró en mi corazón, como en tantos otros, un amor que se originó antes de que existiera todo y se sigue transmitiendo, pienso hasta después del final”.
Mariana Baggio, cantante y compositora de música infantil (41): “Yo creo que lo que me transmitió, y que es parte de mí, es que lo más deseado, lo más querido se cuida con mucho amor, con dedicación, con tiempo. Es sin duda un motor de fuerza, de alegría, de ganas de vivir que viene desde mi primer contacto con el mundo, que fue a través de ella”.
Canela, Gigliola Zecchin, escritora y periodista (70): “Mi madre, Clelia, era muy valiente. Creo que me transmitió el sentido del coraje, que no consiste en arrojarse al fuego para ver si quema, sino en tratar de apagarlo, con prudencia, para que nadie se queme”.
Juan Lascano, pintor (66): “Mi madre, como buena nieta de polacos, me enseñó que la perseverancia y la continuidad del esfuerzo son decisivos al momento de encarar proyectos. También aprendí de ella su enorme caudal de energía”.
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