Jacques Bedel presentó Ficciones, una exposición de obras de los últimos cuarenta años en el Centro Cultural Recoleta (cerró el 8 de diciembre). Cerca del cierre, presentó el libro “Jacques Bedel” con fotografías de toda su producción artística, acompañadas por un ensayo sobre su obra de la curadora de la muestra, Corinne Sacca Abadi, un texto del crítico brasileño Fabio Magalhaes y otro del autor francés Antoine Raymond.
– ¿Qué elemento persiste en su obra a través del tiempo?
– La problemática mía, que es tratar de descifrar lo indescifrable: el infinito, la eternidad, lo inasible, lo que a la mente le cuesta concretar como imagen.
– La curadora dice que toda su obra “confluye obsesivamente en la cuestión de dios-Dios”…
– Yo no creo en Dios, o por lo menos no creo en el Dios establecido. Me acerco a la definición de Nietzche, que dice que para él Dios es una conjetura. Para mí también. Tanto puede existir como no, y no hay pruebas que lo demuestren (para mí la Creación no lo hace, tiene gravísimos defectos). No me gusta que Dios me obligue a amarlo, como figura en los decálogos de las religiones, me parece criticable. Aun así la creación parecería que tiene un designio, que no sé si llamarlo Dios.
– Ante tanta duda, ¿cómo logra Dios un papel central en su obra?
– Yo estoy a la expectativa. Dios es una palabra comodín, que se usa para todo lo inexplicable. Utilizo la palabra Dios porque me sirve para definir cosas que no están muy definidas. Eso no quiere decir que se refiera al Dios en que todo el mundo cree. Lo ideal sería que las obras que yo hago acerquen el pensamiento del espectador a una posible imagen o concreción de la idea de Dios.
– ¿Evangeliza?
– No, no. No me interesa en absoluto. Pero si colaboro a crear una aproximación a la imagen de Dios, fantástico. Me encantaría que alguien me dijera ‘a propósito de su obra tal me parece que me ha abierto un nuevo camino a la percepción de Dios’. Pero nada más.
– ¿Cuál es el objetivo de sus obras?
– Ser un disparador de ideas. Con eso me doy por satisfecho.
-¿Cómo se nutre para crear?
– Con todo. Todo lo que existe me fascina. Para mí el artista es un procesador de datos, de imágenes. Las mezcla, saca conclusiones y las vuelca en una obra. Ahora estoy descifrando libros de biología, de lo que no sé un pepino.
– A qué dedica más esfuerzo, ¿a las ideas o a su concreción?
– A la idea. Tengo muchas ideas archivadas que no las puedo llevar a cabo porque no sé cómo, hasta que aparece el material o la forma. Eso tiene su tensión, la cosa que está pendiente. Tengo proyectos siempre.
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