Muestra kitsch

Desde hoy en el Museo de la Ciudad

Para que asome el cursi que hay en uno

Sin vergüenza, una muestra recopila material kitsch

Quizá, al recorrer la nueva muestra del Museo de la Ciudad, más de uno descubrirá que hay un cursi dentro de él… un kitsch. «El kitsch es definitivamente parte de nuestra vida cotidiana», asume el profesor Juan Carvajal, jefe de montaje de Esas cosas cariñosas que algunos llaman kitsch , la exposición que se inaugura hoy, en la que tienen un lugar privilegiado una figura de una carroza con una gran caracola , que alguien habrá usado de centro de mesa, y varios enanos de jardín.

Como la misión del Museo de la Ciudad (Defensa 219) es rescatar todo lo relacionado con la memoria colectiva ciudadana, se da la bienvenida a los perros que mueven la cabeza desde las lunetas de los taxis, el mantel de hule que imita bordados, variedad de calendarios, la caja de música con bailarina de plástico y tutú de tul, los trofeos de cualquier campeonato de aficionados, y a la mayoría de las cosas que vendería un negocioTodo por dos pesos . No hay que avergonzarse si alguien descubre que una pieza de la exposición adorna el modular de su casa. «Sea libre y piense: soy kitsch, ¿y qué?», alienta Carvajal. «El 99% de los objetos que componen la muestra son donaciones. Es decir, alguien alguna vez los tuvo en su casa», desliza Eduardo Vázquez, curador de la muestra y director del museo.

RECUERDOS DE MAR DEL PLATA

La exposición ocupa cuatro salas e incluye objetos desde 1900 hasta hoy; se agrupan por tema: de inspiración china u oriental en general, ropa, objetos religiosos, objetos de uso cotidiano, decorativos, postales y fotos. En el rubro religión se destacan la imagen de la Virgen María en material plástico que cambia de tonalidad según las variaciones del clima y una botella de plástico con la figura de la Virgen de Luján, para transportar agua bendita. Las postales de los años 20 que se mandaban los novios, con colores brillantes, detalles de puntillas y brillos agregados, son otro éxito.

También está el jarro de cerámica coloreada de 1960 con forma de mujer semidesnuda. Los souvenirs o recuerdos de viaje merecen un lugar aparte: «Baste mencionar aquellos realizados artesanalmente con caracoles, almejas y mejillones con la correspondiente calcomanía que en letra cursiva decía Recuerdo de Mar del Plata «, detalla Carvajal. Dentro de ese sector también hay faros, lobos marinos de yeso barnizado y barcos con velas de plástico que imitan el nácar. Los enanos de jardín, en tanto, admiten variantes como Pinochos, cisnes y hongos de cemento.

«Sin el kitsch las cosas serían sólo lo que son», rescata Carvajal, y da como ejemplo los tanques de agua que asoman en las terrazas de algunas casas chorizo con forma de dado, de mate o de plato volador. También, la lámpara de aluminio que entona La Cumparsita con sólo oprimir un botón. «Con el ingenio compensan lo que no se pudo lograr con el diseño», disculpa Vázquez.

En materia de pintura, nada como un paisaje ribereño en el que un avión Plus Ultra surca el cielo con notable realismo.

En el sector ropa se exhiben vestidos que son el acabose (palabra que merecería estar expuesta). «No les falta nada, bordados, pedrerías… De calidad ínfima, pero gran pretensión», describe Vázquez. La ornamentación de los colectivos es un acabado ejemplo de la vida real: «Conviven balanceándose en el parabrisas peluches, chupetes, zapatitos del nene, el juego de luces estilo boliche nocturno», enumera Carvajal. Y bueno… todo el mundo tiene algo kitsch. .

María Paula Zacharías

lanacion.com|

Viernes 18 de mayo de 2007 | Publicado en edición impresa

 



Categorías:Muestras, ferias y bienales

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