Música, maestro
El espectáculo ya tiene seis años, y pasó por las salas de los teatros San Martín, Avenida, Fundación Konex, y por la provincia de Córdoba. Durante cuatro meses de 2000, Ernesto Acher y Jorge de la Vega se quedaban con dolor de estómago de la risa tras sus encuentros para planear el espectáculo en un café de Cabello y Scalabrini Ortiz. Evocaban su infancia para buscar música relacionada con animales, que luego Acher tradujo al lenguaje orquestal.
Vieron que no podía faltar la Obertura de gran vuelo, de El murciélago, de Johann Strauss; ni fragmentos de El pájaro loco; Tiburón; Faivel Ratonovich; Pedro y el lobo, de Sergei Prokofiev; El vuelo del moscardón, de Rimsky-Korsakov, y El Zorro. Coincidieron en que la música de La Pantera Rosa es irrepetible: «Es una maravilla. Con un tema se crean todos los climas, gracias a cantidad de variantes, juegos y combinaciones tímbricas». Con La gallina turuleca y La vaca estudiosa, homenaje a María Elena Walsh, grandes y chicos se pelean por la letra de las canciones que figuran en el programa. A esas alturas de la función, están entusiasmados por igual.
Otro gran pasaje es una versión no oficial de la historia de Manuelita, en la que los músicos imaginan el derrotero de la tortuga y suponen su visita a músicos legendarios. «Empieza en el 1700, total las tortugas son muy lentas, y se pierde en Europa con un recorrido histórico musical», dice el director. Con atléticos arreglos, Acher hace que la canción de Walsh suene al estilo de Vivaldi, Beethoven, Tchaikovsky y Ravel. La autora de Manuelita estuvo dos veces y le encantó. «María Elena se mató de risa porque Manuelita es compás binario y el bolero de Ravel es en tres. Me dijo: Cuando vi que anunciaste el bolero pensé cómo demonios va a hacer para meter Manuelita en tres? Y pudiste, eh…», recuerda Acher.
La intención, más que ser didácticos, es entretener. Pero los chicos aprenden a través del humor, que deja ver la cocina de la orquesta: De la Vega interrumpe más de una vez preguntándole al maestro cómo quiere que suene una nota. En Tiburón, Acher indica que las intérpretes son las cuerdas graves. La Pantera Rosa es el momento de la flauta y el saxo. Los bronces se lucen con el Pájaro Loco, y en La primavera de Manuelita (y de Vivaldi) son protagonistas las cuerdas. «Está muy teñido de dibujito animado», aclaran. Y sus referentes son el Correcaminos, Tom y Jerry, y toda una generación de dibujitos ingenuos, ajenos a la cultura del vértigo.
El programa también es gracioso. «A los 3 años ya me sentaba en el piano, y después mi mamá me explicó que para tocar era más fácil si me sentaba en el taburete», dice la autobiografía de Ernestito Acher. La de Jorgito de la Vega amenaza: «Espero que el espectáculo de hoy les guste… Si no, le cuento a mi mamá». .
María Paula Zacharías
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Categorías:Cultura y sociedad
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