Fuera de talle
La ropa de las chicas bonaerenses aún no se define
«La ley de talles está en el limbo», dice, con sencillez, un vocero del Ministerio de la Producción de la provincia de Buenos Aires. De esta cartera depende la Dirección de Comercio, autoridad de aplicación de la llamada ley de talles N° 12.665, sancionada por la Legislatura bonaerense en 2000, y en vigor desde el 21 de diciembre último. Discutida, inaplicable, en debate y con recursos de amparo para quienes los pidan.
Esta ley, destinada en exclusividad a la ropa para chicas adolescentes, exige que para cada prenda a la venta debe haber en stock seis talles: 38, 40, 42, 44, 46 y 48, más tres opcionales, 50, 52 y 54 (que reemplazarían a los conocidos S, M, L), que deben respetar medidas mínimas de busto, cintura y cadera.
Mientras que asociaciones por los derechos de la mujer, de consumidores y de lucha contra la bulimia y anorexia festejan su sanción y pretenden su correcta aplicación, empresarios y comerciantes, así como las cámaras que los agrupan dicen que coarta la libertad de empresa e iniciaron acciones judiciales. Argumentan inconstitucionalidad y reclaman ante la Suprema Corte bonaerense, también ante la Corte Suprema de la Nación y en juzgados de la provincia.
No menos polémica causa en la provincia de Santa Fe, donde la semana última se dio media sanción a «una ley para regularizar la fabricación de ropa según talles más precisos, acordes con la figura y talla de las argentinas», dice la diputada Miriam Benítez, del Partido del Progreso Social, autora del proyecto que obliga a comerciantes a exhibir prendas en todos los talles, y suprime definiciones en inglés (small, medium, large y extra large).
MÁS CONTRAS
En la provincia de Buenos Aires, la Justicia aceptó los recursos de amparo presentados por la etiqueta española Zara, que fabrica parte de sus colecciones en nuestro país, y de la firma Kosiuko. También, organizaciones empresarias interpusieron otros amparos. Esto impide a la provincia iniciar acciones en su contra.
De aplicación muy problemática, en la Dirección de Comercio trascendió que sus 20 inspectores no realizan controles por falta de claridad en la medida. Se pretende acordar disposiciones para afinar la puntería de la reglamentación. Pero la ley también faculta a los municipios para realizar inspecciones, que hasta el momento no se habrían efectuado. Al menos se afirma que nadie los vio, no multaron ni clausuraron local alguno. «La ley está vigente, pero se reconsidera por difusa y general», dicen en la cartera a cargo de la ministra Débora Giorgi, de quien dependen la Dirección de Comercio y el Departamento de Defensa al Consumidor. «La ley defiende el acceso al consumo en condiciones de trato digno y equitativo, sin discriminaciones ni arbitrariedades por parte de los proveedores», explica la fuente.
EN BUSCA DEL ACUERDO
Desde hace meses, en el ministerio se revisa el borrador de un proyecto de disposición destinado a corregir la reglamentación de la ley. Aún siguen en tratativas la Dirección de Comercio, las cámaras empresarias y organizaciones de defensa del consumidor, en búsqueda de consenso.
Las principales quejas por atender son la inadaptación de los ciclos de producción y comercialización, falta de definición de los períodos de temporada, inclusión o no de los locales de venta de prendas de segunda selección, talles especiales y outlets, la definición del concepto de «mujer adolescente», la exclusión de la ropa de hombre y especificaciones acerca de la obligatoriedad de disponer en todos los talles los modelos que están a la venta, entre otros puntos.
«Es inconstitucional. Falla porque no existe un relevamiento antropométrico (proporciones y medidas del cuerpo) de la población para la normalización de talles, sino que se hace con una tabla sin sustento real, las normas IRAM, basadas en la figura europea. Preparamos un proyecto para un estudio local con el fin de normalizar los talles de acuerdo con la argentina. La idea es hacer una ley más racional», apunta Héctor Kolodny, director ejecutivo de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI).
La Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba) respalda la ley. «La moda de los talles cada vez más chicos genera obsesión por adelgazar. La ley sirve no tanto para que haya talles grandes, sino para que los talles normales se estandaricen. Cuando a la gente con tendencia a trastornos en la alimentación no le queda el pantalón de cierta marca, en lugar de cambiar de etiqueta o de talle, busca adelgazar. Es una locura que existan los XS, e incluso los XXS. Son situaciones de consumo patológicas», apunta Roberto Eguía, director médico de la institución.
Entre las marcas hay diferentes posturas. «La idea de que exista la ley es buena, pero está mal instrumentada. Es inaplicable -opina Federico Bonomi, dueño de Kosiuko-. Hicimos talles más grandes, pero nunca se vendieron. Por eso, terminamos por fabricar lo que se vende», apunta el empresario enrolado en las ideas que defiende la CIAI.
Paula Liarte, diseñadora de Awada, cuenta que siempre tuvieron talles amplios, y saca a relucir sus modelos del 38 al 48, como indica la ley. «Tenemos talles reales, no para escuálidas. El talle 1 tiene 94 centímetros de cadera. La ley de talles no nos perjudicó», afirma.
Levi s también asegura ajustarse a la norma. «Tenemos cuatro talles de arriba y cinco de pantalones. Continuamos con la marcación americana, pero agregamos una etiqueta con las equivalencias y medidas que indica la ley», dice Carolina Gadano, gerente de marketing. Al talle 28 de Levi s corresponde el 38 que pide la ley, 82-60-86 centímetros, y el talle más grande es el 32, que es el 48 (102-80-104). La tabla también se exhibe en un portarretratos, al lado de la caja, en cada uno de los locales.
Vitamina es otra marca que dice sostener la amplitud de percheros. «En jeans tenemos nueve talles. Pero no en todos los productos fabricamos la misma cantidad», dice su diseñadora, Silvia Ortiz.
Rever Pass se opone a la medida: «No se puede perder la libertad de trabajo, porque dejamos de ser un país democrático. Esto puede partir de un acuerdo, pero no de una obligación -se enoja Pablo Sönne, al frente de la firma-. Esta ley implica un costo enorme de infraestructura, moldería, tizado, facturación y materias primas, y se trasladará al consumidor. Somos los primeros en querer satisfacer al mercado, pero cada uno tiene su especialidad: ropa de moda, básicos y talles grandes».
Por ahora, cuando se quiere comprar ropa, para pedir el talle indicado hay que conocerlo en varias lenguas: medium, 2, 40, 28, M. Aunque mejor será ir con centímetro, porque no todos los mediums son iguales. .
Por María Paula Zacharías
En debate
Categorías:Moda
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