«Los perros superan diez veces en coraje a los hombres y son sin duda el mejor compañero», opinó Luis Giani, que trabaja en la sección Perros de la Policía Federal desde hace 23 años.
Esa dependencia comenzó a funcionar en 1932 y cuenta con 78 animales que cumplen su trabajo a la par del hombre en seguridad, protección, rastreo, detección de drogas y exhibición y que, según Giani, lo único que quieren a cambio es una caricia.
El máximo héroe de la sección es sin dudas Chonino, un can que murió junto a su guía en cumplimiento del deber. En su honor se instituyó el 2 de junio como el Día Nacional del Perro.
HÉROES Y BANDIDOS
El 2 de junio de 1983, Jorge Ianni y Luis Sivert recorrían la zona de General Paz y avenida Lastra cuando vieron a dos hombres forzando la puerta de un automóvil. Los agentes dieron la voz de alto y los asaltantes comenzaron a disparar, hiriéndolos a ambos.
Chonino atacó a uno de los agresores y lo desarmó al morderle la mano. Pero el otro asaltante disparó al animal y lo hirió de muerte.
Con sus últimas fuerzas, el héroe atacó a su asesino, alcanzó a arrancarle un bolsillo del abrigo , y con los documentos de identidad del agresor en la boca, fue a morir junto a su guía.
Actualmente, la calle sobre la que está situado el destacamento lleva su nombre.
Quien también es famoso, pero no por causas tan nobles, es Nico, un ovejero con mezcla de siberiano extremadamente cariñoso con cualquier persona que se le acerque. Llegó a la sección hace un par de años donado por el ex presidente Carlos Menem, porque mató a su pony, que vivía suelto en la quinta de Olivos, al igual que él.
Ahora Nico es un trabajador más: cumple servicio de seguridad en canchas y espectáculos y realiza patrullajes. A pesar de su afable carácter, no se lo puede dejar suelto en la división debido a sus antecedentes porque, ahora, es vecino de la Policía Montada.
Otro personaje de la división fue Roma, una dobermann no muy amante del trabajo. En las largas horas de vigilancia, siempre se quedaba dormida, no importaba si estaba en la parte más tensa de un Boca-River o en un recital del más duro rock and roll.
La perra que más años vivió en esa dependencia policial fue Liz, que murió el año último, a los 17 años.
Ocupaba el canil especial para el mayor de la sección, que está al reparo del viento, es más espacioso y tiene una placa honorífica que lo distingue de los demás. Actualmente la ocupa Adam, un ovejero mestizo de 12 años, que supo destacarse en acrobacias.
Los Canes Rastreadores Antinarcóticos tienen sus hazañas: han detectado estupefacientes en lugares insospechados. El último caso fue el de la ovejera Angie, que marcaba insistentemente la rejilla de una casa, y así permitió hallar drogas escondidas a 30 centímetros dentro del caño pluvial.
Angie sobresale entre sus compañeros por la ansiedad que pone en la búsqueda, a diferencia de Quelo, que no parece trabajar afanosamente, pero que en realidad es muy meticuloso, afirmó Carlos Monía, su veterinario.
Después de 23 años de trabajo en la división perros, el sargento Luis Giani no puede decidir cuál de todos fue su animal preferido: «Es como preguntarme a qué hijo quiero mas».
DÍAS DE TRABAJO
El día del perro policía empieza a las 7, cuando llegan los guías. Los oficiales que a esa hora entregan la guardia cuentan que una hora antes los perros empiezan a inquietarse, esperando a su guía.
Las tareas de limpieza matutinas alcanzan tanto al can como al canil. Luego del cepillado, el perro y su amo pasean y practican el adiestramiento.
Los animales, en su mayoría mestizos de ovejero, pasean a diario, pero sólo salen a cumplir con su rol policial en compañía de sus guías, con los que entablan una profunda relación. «Es que el animal se encariña, y entiende de solo tocarlo -explicó un agente-. A veces uno viene medio deprimido o preocupado, y cuando lo saca a pasear, el perro entiende y no salta encima ni va y viene, sino que se echa al lado mientras fumo un cigarrillo.»
Por la tarde, los que no tienen una misión asignada quedan en los caniles. A las 17 les llevan la comida: 700 gramos de alimento balanceado.
El plantel perruno es mayoritariamente masculino, porque en las épocas de celo se volvería ingobernable. Lo componen 62 animales, 15 de los cuales componen la escuadra fiel de exhibiciones, más 19 animales de la división narcóticos, entrenados por asociación de juego y a base de olores.
Además, en el Destacamento Bayer situado sobre la calle Padre Mujica terminan sus días 16 perros ya «jubilados», junto con otros especialistas de rastreo, donde también funciona un cementerio canino.
Años atrás, en ese lugar se realizaba la cría de animales, que fue suspendida debido a la gran cantidad de perros que son donados a la sección.
A falta de mascotas, la dependencia alberga unos diez gatos que pavonean su vagancia frente a los perros, encerrados en pequeños caniles. Los felinos fueron adoptados hace algunos años para erradicar del lugar a otro animal menos deseable: las ratas.
TAREAS Y ADIESTRAMIENTO
Los animales cumplen diferentes funciones, según sus características.
Los más obedientes se destinan a la función de seguridad que cumplen en la calle, para patrullaje de diferentes jurisdicciones, plazas, espectáculos musicales y deportivos, allanamientos y manifestaciones.
En estas ocasiones la función del mejor amigo del hombre es de disuasión. Ante situaciones de tensión o peligro, su sola presencia calma los ánimos de cualquier enfervorizado: ladran ferozmente y, parados en dos patas, intentan zafarse de la correa.
Los más experimentados o mansos pasan a ser entrenadores: su nueva función consistirá en trabajar con los nuevos oficiales que entran en la división, hasta que se familiaricen con el adiestramiento y se les asigne un perro propio.
La sección Canes Rastreadores Antinarcóticos es la más divertida. El entrenamiento consiste en un entretenimiento: el guía juega diariamente con el animal con una toalla a la que se le ponen unas gotas de una sustancia química que interviene en la fabricación de la droga: ácido clorhídrico y ácido acético, cuyo aroma luego buscarán en los operativos.
Contrariamente a lo que se piensa, no se le suministran drogas. Si así fuera, no podrían trabajar porque presentarían los mismos efectos que los hombres, y además, correrían el riesgo de morir de sobredosis al encontrar droga durante un operativo, explicó un oficial.
Los estupefacientes que luego buscarán en allanamientos y operativos con un 99% de posibilidades de éxito no representan para estas mascotas más que un objeto asociado con la diversión.
Por eso, los perros más alegres y juguetones se asignan a esta especialidad. Aquellos más molestos e inquietos, que rompen todo lo que hay a su alcance, son especiales para llevar esta vida.
Los perros de la escuadra Fiel son las estrellas de la sección: se dedican a hacer exhibiciones de sus destrezas en colegios, hospitales, patronatos y centros asistenciales, según contó Eduardo Adrián Roccella, el principal a cargo del grupo.
Entre sus proezas está la de saltar a través de aros de fuego y correr con un chupete gigante en la boca por una pista de obstáculos. Pero la más aplaudida es la de pasear a caballito del guía, a quien luego estrechan en un gran abrazo. .
María Paula Zacharías
Sábado 02 de junio de 2001 | Publicado en edición impresa de LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/309600-hay-policias-que-no-hablan-ladran
Categorías:Cultura y sociedad
Deja una respuesta