Cristina Schiavi. Un ciprés para alcanzarte.

La noche es prístina. Diáfana. Sopla un aire aún frío. Buenos Aires titila en cien mil colores, mucho más fuerte que las estrellas. Arriba, todo es Luna llena, imán poderoso. Los cipreses asoman por los ojos que se miran en un diálogo mudo. Paso entre medio. Me observan. Esperan que salte los muros de hechizo, trepe por las ramas del árbol y por fin pueda tocar la Luna. Me alientan las rosas que contemplan todo en silencio, purísimas.

Cristina Schiavi ha obrado este conjuro. Su escultura, flanqueando el ingreso a la terraza, propone esta alquimia de astros, flores y árboles. Las figuras parecen geométricas pero en realidad son humanas: son dos caras (o es la propia artista desdoblada, permitiendo que el visitante transite por su mente, sus anhelos, dolores y sentires). El espacio entra en la escultura contenedora de tierra fértil. La obra está viva, crece y florece de día. Calla de noche.

El árbol cónico, fino, firme en su tozuda elevación hacia el cielo, es para la artista signo de espiritualidad: “Una evocación de inmortalidad, resurrección, afirmación del estoy aquí. Las rosas blancas,  belleza y sentido de inocencia”. Es el perfume de su propio jardín. “Mi intención es tomar todas estas partes y transformar su sentido en forma. Convertir la interpretación en un momento de adivinación”, explica.

La paleta cubista viste las formas de Schiavi: colores pasteles, terrosos. Las líneas tampoco son puras, aunque todas sus obras nacen como proyectos arquitectónicos, diseñadas en la computadora. Después, en la tridimensión, su geometría es humana, a pulso. Está su gesto en el corte impreciso de los ojos, en la pincelada evidente de las superficies de color plano. La suya es una geometría emocional y sensible.  Ocupa el espacio, y está a mitad de camino entre el monumento, la pintura mural y la instalación.

Las figuras se enfrentan, eternamente separadas por el tubo de cristal por el que camina el espectador. Se agitan las plantas con el mismo viento. Son acariciadas por un solo Sol. Intentan ser un puente hacia esa Luna inmensa, que a estas alturas parece que se pudiera alcanzar con sólo estirar la mano. Selene, Kuan-yin, Ixchel. Astro mujer, fuente de luz plateada, benéfica y fecunda, rectora de mareas y otros ciclos.

La obra es un portal hacia un instante de magia (todos tenemos un deseo o alguna pena en este mundo).  Sólo hace falta que suenen unos tambores o que ocurra un eclipse. Schiavi ha dado cuerpo a un ensueño.

Texto escrito para la muestra de Schiavi en el CCK, octubre de 2017: http://www.cck.gob.ar/eventos/un-cipres-para-alcanzarte-de-cristina-schiavi_2266

 



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2 respuestas

  1. Muchas gracias

    Feliz día

    Saludos

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  2. Hermosisimo,GRACIAS!! Abrazo Graciela

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