El argentino del récord: Helmut Ditsch

Helmut Ditsch es quizás el último pintor romántico, además del argentino mejor cotizado del mundo. Sus paisajes monumentales son fruto de su comunión con la naturaleza, y su lema es que el arte es amor. Escalador, concertista, viajero, vive al pie de los Alpes suizos, pero se declara profundamente argentino. Para encontrar inspiración, recorrió en febrero último 11.000 kilómetros por la cordillera de los Andes. Hoy llega a Buenos Aires para dictar una conferencia abierta sobre estética con la que dará inicio este lunes a la Cátedra Ditsch, en la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), partido del que el artista es oriundo; se crió en Villa Ballester.

Cuando hace deporte, tiene una imagen en la cabeza. «Es la preparación para alguna obra», dice. Cuando pinta, siente música y, por eso, también toca el piano. Cuando le contó a su papá su decisión de ser pintor, él le respondió: «Nunca vas a tener plata, pero vas a ser feliz». «Me quitó la mochila de tener que demostrarle un éxito material a él y a la sociedad», dice. De todas formas, el tiempo demostró que una cosa no quita la otra. Desde que en 2010 la pintura El mar II se vendió a 865.000 dólares, pasó a ser el argentino mejor cotizado. Muchas otras de sus obras monumentales encontraron dueño. «Sí, ya superé esa cifra», reconoce. Cosmigonón, una pintura del glaciar Perito Moreno de 7,30 por 2,73 metros realizada hace 14 años se vendió en marzo a 1.500.000 dólares. Estuvo expuesta en la Feria del Libro de 2006 y ahora está en manos de coleccionistas europeos. «Estoy pasando un momento buenísimo, y quiero compartirlo con otros artistas», dice.

Su análisis del mercado es bastante despiadado. Tras años de desencuentros y desilusiones, el éxito lo esperaba fuera del sistema: «Hay una gran chance para todos hoy. No hay que esperar que te descubran. Hay que recorrer el propio camino, no delegar en nadie tu obra. Podés tener galerista o manager, pero vos tenés que ser el jefe, y no al revés. Las galerías se están muriendo de hambre. En las ferias el único que hace negocio es el que vende el stand. Sólo en Art Bassel hay ventas por el fenómeno del millonario exhibicionista. Funciona ahí el arte especulativo: compran por millones una banana con un alambre porque el arte no importa. Otros prefieren ir en privado al taller y conocer al artista. Se provoca una sinergia de amor que se consolida con los años. Mis coleccionistas siempre fueron más jóvenes que yo, pero empezamos la relación cuando teníamos 20 años y me compraban por 30 dólares un cuadrito. Fuimos creciendo juntos. Por eso recomiendo a los jóvenes que no miren lejos: tus coleccionistas son los que están al lado tuyo hoy, tus amigos, tus vecinos, tu gente. En cualquier proyecto que emprendés, lo primero es mirar a quien tenés al lado tuyo. Saber dónde está cada cuadro me ayudó a desprenderme de ellos. Así, se agrandó mi atelier: también está en Chile, Suiza, Alemania. Donde están mis cuadros es mi casa».

A los 25 años, este escalador profesional que se entretenía los sábados dando clases de alpinismo y pintura a chicos de su barrio decidió irse a Austria. «Fue por un instinto. Tengo una inteligencia intuitiva muy desarrollada, no me muevo por decisiones racionales. Yo jamás quise irme de mi casa y de mi papá. Vivo en un estado de inspiración, nací artista. No quería ir a aprender a pintar porque ya sabía», explica. De todas formas, en Viena asistió a la Academia de Bellas Artes. «Ahí aprendí que existe un mercado del arte mucho más poderoso de lo que uno piensa: hay un sistema dogmático, de moda, según un círculo muy pequeño; la vanguardia, en cambio, son jóvenes que van más adelante que las instituciones. Eso jamás va a estar en el mainstream…».

En los 80 se le cerraban las puertas, pero encontró una ventana en su alianza con arquitectos: «No tenía chance de entrar en concursos de pintura, donde una de las condiciones ¡eran no presentar pintura! Yo estoy marcado por la estética natural: la estética de las flores no está para decorar la vida de las abejas. Cumple una función para la vida de las especies. La montaña tampoco está para decorar la nuestra: nos obliga a ser un poco más que un cuerpo de carne y hueso. La estética es una vía de evolución. Invita a superarnos, y la máxima expresión de eso es el arte, la música, la literatura».

Unsam anuncia su visita como internacional, pero Ditsch es nacional (y popular; tiene su propia marca de vino mendocino, El Justicialista). No casualmente, habló de CFK como de una «líder importante». Así, nac&pop, se llamó la gira por las provincias que emprendió en los últimos años, que pasó por Rosario, Santa Fe, Córdoba y otras ciudades. Aunque maneja una Ferrari, lleva su arte a barrios marginales, convencido de que es una herramienta de inclusión social. «Mi pintura no es alemana: es argentina. Y estoy feliz de volver a mi barrio a compartirlo en esta cátedra abierta.» En 2017, espera, traerá junto con la universidad una retrospectiva de 50 obras.

Su estilo es un realismo que se basa en la experiencia y la acción, no en la observación: «No miro una montaña y la pinto; la subo, la vivo y me apropio de ella». Ditsch es un pintor virtuoso, pero no entra en el gusto de ciertos círculos: difícilmente su obra estaría colgada en el Malba o arteBA. Pero como buen best seller, arrasa en público y ventas. Su última gran muestra, en 2001, en el Museo Nacional de Bellas Artes, fue visitada por 100 mil personas.

En su cátedra piensa alentar a los jóvenes y, de ser posible, compartir con ellos una escalada. «Lo importante en el arte es la originalidad. Es lo que el mundo necesita. Cada uno tiene su razón de ser y tiene un espectador esperándolo. Creo que es una ley cósmica», dice. Para explicar el arte, nada mejor que el fútbol: «¿Viste el gol de Messi? Eso es más valioso que cualquier performance de los últimos 30 años de bienales. Fue perfecto. Es más que arte. Generó amor y belleza, y desató una gran pasión. Ese tiro libre ya entró en nuestra cultura. Y el arte, cuanto más alto es, más popular».

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Publicada en La Nación, Cultura, 25/6/16. Link: http://www.lanacion.com.ar/1912368-el-argentino-del-record-helmut-ditsch-y-su-glaciar-millonario

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2 respuestas

  1. Quiero mucho a Helmut Ditsch. Respeto su obra. Romantico total, pero desearia pensar que no es el último romántico. Tengo pensamientos paralelos por momentos. Me alegro mucho esta entrevista. No debe de haber olvidos, con los pintores magníficos, aunque se hallen lejos..porque realmente la distancia es un mero acontecimiento. Gracias MAria Paula.-

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  2. Me encantó la explicación sobre el mercado y las ferias de arte, le faltó decir que son una picadora de sueños!

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